35. Por Laca, que no quede
Por laca, que no quede
Día de boda, día de nervios. Todo tiene que estar perfecto. Laura super estresada, lleva toda la mañana en la peluquería, la boda es a las doce son las diez y desde las ocho que está en ella. Ya solo queda domar el flequillo, ese tan gracioso que él no deja de loar, diciendo lo bien que le sienta y lo risueña que le hace.
– Ponme la laca que haga falta y de la buena, que no se me mueva un centímetro.
– ¡Chica! Qué esto no es perfecto.
– Tú pon, no quiero quedar con la cara tapada por un flequillo alicaído.
– Como digas, pero luego no te quejes si `por la noche pinchas a alguien (Grandes risas)
– Eso es cosa mía (Más risas)
La laca cae generosa sobre su frente, en el preciso instante que su mano con las risas desprotege sus encendidos ojos.
Fue una lástima que no pudiera ver nada de su fantástica boda, pero le queda el recuerdo.
Según le fueron contando: El novio, padres, familiares, amigos e invitados todos, que no pararon de reír a la novia ciega.
Lindísimo y jocoso el texto. Eso d epresumir puede tener su precio, pero ya es mala suerte ir de ciega a la propia boda 🙂
Buen texto. Un abrazo
Trste destio por culpa de un exceso, sin mirar en precios. 🙂
Gracias. Un abrazo.