17. Por poco
Su mujer lo sorprendió en el garaje subiéndose a la bici. Ten cuidado, le dijo. Él restó importancia al comentario porque el domingo por la mañana apenas había tráfico en la carretera. Era la misma carretera secundaria por donde un tráiler de 30 metros de largo y 20 toneladas de peso avanzaba peligrosamente invadiendo el carril contrario en los tramos más comprometidos. Todo sucedió en un golpe de pedal. La bestia metálica apareció en la curva devorando la calzada hasta dejar dos palmos de asfalto que le salvaron de morir con la cabeza reventada contra la carrocería del camión que en medio del chirriar de frenos, gritos desesperados y una densa polvareda gris embarrancó 50 metros más adelante destrozando vallas, arbustos y todo cuanto encontró a su paso. La sangre golpeaba sus sienes, un sudor frío corría por su espalda y el tembleque de las piernas le obligó a bajar de la bici e hincar las rodillas en el suelo hasta que las fuerzas le abandonaron. Por poco, ¿eh, amigo?, por poco… le decía el camionero dándole palmaditas en la espalda mientras él sacudía la cabeza incrédulo y sentía el calor del orín entre las perneras del culotte.
Pues aunque no te lo creas, algo parecido me ocurrió en la carretera de Madrid, entrando a Salamanca. A diferencia con tu relato, el cabrón del camionero portugués no paró. Tuve que escaparme por un prado y casi acabo en el Tormes.
Uf, que mal recuerdo. Aunque yo no me lo hice encima, todavía al recordarlo me tiemblan las piernas.
Suerte no obstante.
Ton.
Bueno, Ton, la suerte la tuviste tú. Yo, cada vez que salgo a la carretera voy pendiente de las curvas. Jajaja. Gracias por tus comentarios. Ciao.
Gran intensidad en tu relato. Muy visual.
Por suerte todo quedo en una anécdota y un aroma a orín en el cullote.
Suerte José Ignacio.
Gracias, María Belén, por tus comentarios. Un abrazo.
Vaya camionero que se cree el rey del asfalto. Me ha gustado cómo lo has contado que te deja un coraje dentro… Suerte.
Gracias, Lorenzo, por pasarte y comentar. Saludos.
Perfectamente logrado el efecto accidente: se ve, se oye, se siente…
Hola Edita. Gracias por pasarte y dejar tus comentarios. Se ve, se oye, se siente… ¿qué más se puede pedir?
Intenso relato, que por lo menos tiene final feliz.
Gracias, Blanca, por pasarte y comentar. Un abrazo intenso. Ciao.
José Ignacio, fluido, lleno de moraleja, y bien ambientado. buena historia. Suerte y sludos
Gracias, Calamanda, por tus comentarios: fluido, bien ambientado… Abrazos muchos… (Jaja).
Buen relato José. Trae recuerdos que hoy asustan, en esta zona suelen pasar los camioneros brasileños con unidades muy modernas y no circulan a menos de 140 Kmh. Una vez me tocó ver venir uno de contramano pasando fila de camiones, me tire al costado sin pensarlo mientras que él pasaba raudo como un bólido de enorme porte, llegué a sentir la fuerza de aire que desplazaba y tuve que volver por mi gorra más de cien metros. Los que entrenamos en ruta sabemos muy bien lo que se siente.
Un abrazo.
Gracias, El Moli, por tus comentarios y por compartir tus vivencias. Abrazos,. Ciao…
Jose Ignacio, es tal el peligro que yo veo en los ciclistas en la carretera que yo me mearía ya antes de salir.
me gusta tu relato porque lleva implicito la denuncia de ese peligro que injustamente sufren.
Abrazos y felicidades
Gracias, Ana, por pasarte y dejarme eso de «genial». Ya tengo para el mes (jaja). Besos y abrazos. Ciao.
Gracias, Javier, por pasarte y dejar tus comentarios. Si, la verdad que lo escribí con esa intención. Abrazos. Ciao.
José Ignacio, tu relato me ha llevado a indagar la cantidad de muertes de ciclistas en carretera, y es terrorífica. En tu historia se palpa el peligro y su vulnerabilidad. Me ha gustado mucho. Abrazos y feliz verano.
Gracias, Salvador, por tus comentarios. Abrazos para ti tambien y que pases un feliz verano (que ya calentito viene. Jaja). Ciao.
Menos mal que tu historia José Ignacio, tiene final feliz, porque tras el anuncio de su mujer y el desgranarse del relato me temía lo peor. El detalle del camionero dándole palmaditas en la espalda me ha encantado, jaja, no sé yo si eso lo habrán visto muchos. ¡Suerte!.
Gracias, Yashira, por pasarte y comentar. Ya tengo mucha suerte de poder contar con comentarios tan gratificantes como los tuyos. Gracias de nuevo y abrazos. Ciao.
Buen relato. Acción, sufrimiento y enseñanza.
Feliz verano.
Acción, sufrimiento y enseñanza… ¡Oye! No está mal… Gracias, María, por esos calificativos. Abrazos y feliz verano.