03. Preguntas
Hoy su hija quería saber qué es la luz. Y él le ha hablado de lo pequeños que son los electrones. De la corriente alterna, y de cómo se hace su distribución desde los centros transformadores a las casa. De que hubo un tiempo en que los cables tenían recubrimientos textiles, en lugar de plásticos como ahora. La niña escucha mientras caminan de la mano y el sol, a su espalda, anuncia el anochecer. Sigue contándole que los relámpagos son descargas eléctricas sobre la tierra, y que fue gracias al trabajo de muchos investigadores y científicos que los hombres pudieron dominarla. La pequeña quiere saber más, bombardea a su padre, que sonríe al descubrir su interés, y responde sobre bombillas, enchufes, postes y todas esas cosas que ella quiere saber. Cuando la noche se adueña por completo del ambiente, regresan a la tienda que ahora es su hogar. La niña, asombrada y contenta de lo mucho que sabe su padre, y él, tenso de nuevo, pensando en que quizás mañana su hija le pregunte qué es la guerra. O algo peor, la razón por la que le brillan los ojos cuando ella le pregunta dónde está su mamá.
No hay nada comparable al prodigio de la curiosidad infantil, fuente en potencia de toda sabiduría. Esta niña promete y mucho. Sabe bien que con sus preguntas obtiene respuestas que enriquecen su vida, conocimientos que tiene necesidad de absorber como una esponja.
A pesar de su afán por saber hay algo que desconoce aún y que, posiblemente, no tardará en preguntar. Aprenderá entonces que algunas cuestiones pueden ser incómodas cuando la respuesta también lo es, que es difícil silenciar realidades dolorosas que no tienen remedio, por más que su padre intente que ese mundo feliz de su hija no se quiebre demasiado pronto.
Un relato emotivo, con el buen sabor de las historias que transmiten algo y merecen perdurar.
Un abrazo y suerte, Paloma
Qué te voy a decir, Ángel, que no te haya dicho ya. Que me maravilla el tesón y mimo que le pones a cada comentario, que es encomiable que en estos tiempos donde todo se hace a la carrera, tu encuentres la forma de domar a esa prisa que nos arrastra. Que si te metieras a relojero, con tu minuciosidad, tendrías fama mundial.
Ahora me voy a repetir, muchas gracias Ángel, muchas.
Un beso.
Luces de muchos tipos. Luces siempre, inevitablemente, acompañadas de sombras.
Huir no sirve… cuando menos lo esperas la una se convierte en la otra y hay que removerse por dentro para invertir la polaridad.
Abrazos Paloma.
Ah, y gracias por tu comentario a mi relato. Me ha encantado. Abrazos.