52. Pretérito imperfecto
En el parque examina la felicidad ajena, imaginando los dramas que enmascaran esa alegría aparente. Supone que detrás de la euforia del padre que columpia a su hijo hay una tristeza que se despliega al recordar la figura de la madre. Igualmente intuye que la pareja que se besa en el banco, acumula heridas no cicatrizadas. Porque ella sabe que detrás de cualquier normalidad impostada, subyace la amargura que cargan aquellos que se empeñan, después de una tragedia, en mirar hacia adelante.
Cuando llega a casa, le comenta a su marido que deberían pensar en un epitafio para la tumba de su padre. Él le recuerda que su padre sigue vivo, y le pregunta si ha ido por fin al cementerio. “Es el niño el que necesita un epitafio”-dice él-. Ignorando sus palabras, prepara la cena.
Ya acostados, ella le comenta que está ovulando y que deberían intentarlo. Hacen el amor. Él eyacula, ella cruza los dedos; después, se dan la espalda. Él hunde su cabeza en la almohada y llora al recordar a su hijo. Ella aprieta la mandíbula mientras piensa que es su suegro el que tendría que haber muerto.
Dura historia de frustraciones y resentimientos. Muy bien contada. Te veo luchando de nuevo por entrar en el libro. Suerte.
Gracias por pararte a leerme, Rafa, y por tus generosas palabras.
Un abrazo y suerte también para ti.
Cristina, esos deseos, o parecidos, deben darse a menudo en esas circustancias. Bien contada tu historia. Suerte y saludos
Sí, Calamanda; supongo que todo lo que sentimos está determinado por las circunstancias.
Gracias y mucha suerte también para ti.
Una historia tremenda, entre explícita y sugerida entre líneas. Me gusta sobre todo el primer párrafo: muchas veces lo que identificamos como felicidad ajena es una máscara que oculta dolor o tragedias que han marcado a fuego la trayectoria vital de esa persona. Besos y suerte.
Muchas gracias por tu lectura, Ana, y por tu comentario. Muchas veces, detrás de una sonrisa, propia o ajena, se esconden dramas que uno intenta sobrellevar por una cuestión de supervivencia emocional. Y eso, como bien dices, marca cualquier trayectoria vital.
Besos y suerte también para ti.
Todos cumplimos un papel de figurantes en esta comedia que llamamos vida, sin que muchas veces llegue ni a intuirse que dentro de esa aparente calma y armonía puede latir el desgarro, como el que corroe a tu protagonista, que trata de sustituir lo irreparable, que quisiera que, de forma natural, la muerte se hubiera llevado a quien le correspondía por ley natural, y no a su hijo. El pasado puede ser tan imperfecto que condicione todo presente y futuro.
Un relato marcado por una infelicidad sin resquicios, que trasluce el sufrimiento constante de su protagonista.
Suerte y un saludo, Cristina
Ángel, mil gracias por tus palabras. Hay sucesos que van contra natura y que dejan un poso de infelicidad indeleble.
Suerte y un abrazo, compañero.
¡Qué dura historia!
Bien explicada, te llegan los sentimientos de los protagonistas: la rabia, el dolor, …
Saludos,
Carme.
Si he conseguido plasmar esos sentimientos, me doy por satisfecha, M. Carme.
Un abrazo y suerte, compañera. Y gracias.
Cristina; muy fuerte tu historia, el drama del por qué. La crueldad del destino que llevó una vida naciente dejando a quien debería haber ocupado ese lugar en la mente de la protagonista.
La ira, el dolor y la impotencia muy bien remarcada.
Excelente relato.
Un abrazo y suerte.
Gracias por tus palabras, Moli. El destino, para bien y para mal, suele presentarse incomprensible.
Abrazo y suerte de vuelta para ti.
Está la historia que se cuenta y la que subyace y que es igual de importante para darle sentido completo al texto. Lo has conectado todo muy bien y le has dado además esa voz cruda que pide una historia tan dura. El primer parágrafo es toda una declaración de intenciones. Mucha suerte 🙂
Gracias por tus palabras, Juan Antonio.
Suerte y abrazo.
Uno de los mejores micros que he leído en esta propuesta. Has conseguido un calado psicológico extraordinario en tan solo unas líneas. Enhorabuena.
Un abrazo, Cristina.
Gracias por tus palabras, Izaskun. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo de vuelta.
Este no lo había leído en su momento, es precioso, me alegro de que no lo hayan dejado pasar. Ese primer párrafo es de una hondura y una sensibilidad… cuántas veces habré pensado algo así, pero no sabría expresarlo como tú. Aunque es un relato muy triste, creo que también contiene una moraleja sabia y poderosa: cuántas veces, antes de juzgar, tendríamos que pensar en nuestra ignorancia de lo que sucede en el corazón de los demás. En fin, me ha emocionado mucho, enhorabuena.
Luz, muchas gracias por tu comentario. Nunca imaginé que un epitafio me fuera a dar tanta alegría.
Suerte con ese accésit y un abrazo.
¡Enhorabuena!
Muchas gracias, María José.
Un abrazo.
¡Enhorabuena! Ya estás en el libro. ¿Nos veremos en Santander?
Muchas gracias, Javier. Y sí, nos veremos en Santander. Tenía pensado ir de todos modos, pero ‘de este modo’ todavía me apetece más.
Un beso.
¡Enhorabuena!
No lo había leído ante. Una historia tremenda muy bien contada. Nos dejas con el alma encogida.
Gracias, Nieves. A ver si con el tema de Sinatra consigo que las almas se relajen 😉
Un beso.
Qué terrible historia. Me ha dejado sin aliento. Muchas felicidades Cristina!
Gracias, María. Como le comentaba a Nieves, ahora toca cambiar de registro y respirar un aire más alegre. A ver si lo consigo.
Un beso.