99. Profesiones perdidas
Marcela, su fermosura eclipsaba la de las más afamadas estrellas del cine y del firmamento, se refugió en el campo huyendo de moscardones. Fueron muchos los que se hicieron labriegos por ella, pero era esquiva y desdeñosa y no había forma de sacarla de su pajar, donde, siempre a solas, se refugiaba para hacer de las suyas.
Así, entre pajas y suspiros iba consumiendo su lozanía hasta que, un día, llevó a cubrir a su Jacinta. De regreso a casa, azuzaba sus cuartos traseros cuando, Jacinta, volvió su cabezota, la miró con toda la felicidad que puede caber en los enormes ojos de una vaca y, con el hisopo de su cola, salpicó el rostro de Marcela con los fluidos que chorreaban por sus nalgas. Aquello fue Pentecostés y Marcela sintió cómo se agitaba su fibra más romántica y generosa. El cura, experto en Márketing, aprovechó para enseñarle el lenguaje de las campanas y cuando aprendió a tocar los badajos como a él le gustaba, la nombró campanera oficial al servicio de la comunidad. Así fue cómo Marcela cambió su pajar por el campanario, y cómo la parroquia se hizo muchedumbre y aguardaba en fila el repique de su nombre.
Texto harto estrámbotico el que nos ofrecéis, con tanto badajo y quítame de ahí esas pajas. Pero de disfrutarlo no me saca nadie. Suerte y un saludo.
Luís pero ¿qué nos has dejado aquí?, lo he leído dos veces y no salgo de mi asombro y sospecho que si lo leo unas cuántas más encontraré más dobles o triples sentidos. Llegar medio muerta de trabajar, leerte y sonreír encantada ha sido todo uno.
Felicidades y gracias por este buen rato.
A ver, Luís, que ando un tanto confuso. Quien andaba » entre pajas y suspiros» ¿era Marcela o sus pretendientes?¿O ambos? Cuando termine de reírme de esto le entraré a lo del lenguaje de la campanas y el toque de badajos.
Hilarante. Suerte y abrazo.
Jajaja, que risa de la buena, me dejó la lectura del micro. Confieso que tuve que exprimirlo con detenimiento.
Felicidades enredadas en suerte.
Has dibujado a una mujer con una capacidad de convocatoria brutal. En unos tiempos en los que los campos se despueblan, ha conseguido que muchos se vuelvan labriegos, y algo todavía más difícil, llenar una iglesia. Esas pasiones que se levantan a su paso sólo pueden estar fundamentadas en unos encantos naturales únicos, de los que no hace ostentación, pero nos imaginamos. Nadie como ella para resucitar cualquier cosa, hasta profesiones que parecían perdidas.
Un relato muy trabajado y absolutamente jocoso, que invita a la relectura.
Un abrazo fuerte y suerte, Luis
Genial, diferente y un final feliz para una vida que no estaba a la altura. Gracias por la sonrisa. Cómo me gustó!!!
Rafa que bueno. Tiene tantas y tan buenas -salidas- como queramos darle. Suerte y saludos
Muy divertido, sensual y lleno de dobles y triples sentidos.Eres un maestro de la provocación, amigo Luis, y tu Marcela no podía ser menos.
Suerte y beso.
Gracias a todos. El Quijote es una gran fuente de inspiración, y la Marcela de los capítulos XII, XIII y XIV lo fueron en esta ocasión, aderezados con una dosis de «Epífisis».
Besos en todos los sentidos.