50. Qué verde era mi valle
Una fina lluvia cayó sobre la página diez. Mónica retozaba en el cobertizo con un muchacho de pómulos marcados y mentón recio que tres antes entró a trabajar como aprendiz en la granja de su padre, un hombre estricto y rudo que la sobreprotegía sin demasiado éxito. El rumor del agua amortiguaba sus jadeos incesantes, prolongados tal vez en exceso: doce, trece… su padre no la echaría en falta hasta la veinte, y ella parecía saberlo. Pero no pretendo escribir una novela erótica. Decido jugar con el factor sorpresa. El señor Jones se presentó en la diecisiete para asegurar los ventanales ante la ventisca creciente que anunciaba un tornado de proporciones bíblicas. Al abrir la puerta, sin embargo, no encontró más que a una yegua asustada. Los jóvenes ya cerraban el capítulo en la choza del mancebo.
Urge descubrir al traidor que se empecina en echar a perder mis intentos de acabar con este fornicio desmedido. Inicio, pues, un nuevo revolcón en la veintiuno esperando desenmascarar al personaje turbado que observará la escena escondido detrás de los arbustos o en la copa del álamo que proyecta su sombra sobre los cuerpos desnudos.
Treinta. Aún no ha aparecido nadie.
Tintas de sutil e irónico lirismo tu relato, aunque me temo que sí que va a acabar convertido en un remedo de lo que nos dices querer evitar. En una historia con un verde en el título y en la que tras la presentación ya empiezan, los protagonistas, a darle sin parar y, encima, luchando contra los elementos, casi es mejor que sigan así y ya escribirás otra más adelante. Pues nada, ansiosos por leerla nos tienes. Suerte, Antonio Diego. Saludos.
Estoy contigo, Jesús, va a ser mejor dejarles a lo suyo y dar paso a otra historia. Muchas gracias por tu amable comentario. Un abrazo.
Me parece muy original el punto de vista desde el que enfocas la narración con un autor que justifica su tendencia erótica, con sorprender a un traidor (¿lector?)que recorre las páginas sin ser visto. Es una especie de juego de equívocos, guiños que nos permiten a la vez, estar fuera y dentro de la acción narrada. Esa novela que se va escribiendo a salto de página y revolcón, resulta muy atractiva, ingenioso el proceso y conseguido el relato.
saludos, Antonio. Lo disfruté mucho.
Te agradezco mucho tu comentario, Manuel. Yo no habría podido describir mejor la intención del relato. Mil gracias por compartir tus impresiones y por tu perspicacia.
Un abrazo.
Antonio, original forma de avanzar en tu historia; su final no puede ser más abierto. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. Ciertamente esta historia erótico-festiva parece no tener fin.
Un abrazo.