¿QUIÉN NO HA DESEADO SER UN HÉROE?
Para el que piense que los microrrelatos donde se juega con el elemento fantástico, eso que tan bien le va al género, como ya se ha mencionado varias veces en otras entradas en ENTC, tienen más posibilidades de triunfar frente a los que nos cuentan historias más o menos cotidianas pero que podían pasar en la vida real, Fugacidad, de Mei Morán, vuelve a demostrar que lo importante en un micro, por encima de estas consideraciones, es la originalidad de la idea y cómo se cuenta y sabe transmitir una historia.
Y la de ese muchacho gordo y sin carisma nos conmueve y entristece, porque ¿quién no ha querido ser un héroe?, ¿quién no ha soñado en algún momento de su vida con salvar a su familia o a sus seres queridos de peligros inimaginables, o convertirse en una figura mítica del deporte, en un científico famoso, un aventurero, espía, actor de prestigio, en ese hombre o mujer por el que todos suspiran, en ese millonario que acaba con la injusticia, el sufrimiento, el hambre, la guerra… (o —también vale ese sueño— con escribir ese libro por el que ser recordado como un genio)? Y es que soñar despierto no cuesta nada (y además es saludable).
Sabemos todo eso y comprendemos al protagonista de esta historia. Nos han dibujado su pasado y nos están contando su presente, esa fugacidad del título, que me parece una excelente elección, donde ve realizado por fin su anhelo tan deseado. ¿Y qué no se nos cuenta? El futuro, su futuro. De nuevo tenemos una historia en la que tan solo se insinúa otra más importante, pero no se necesitan más explicaciones. Dicen que cuanto más alto subes, más dura es la caída. Y ya sabemos por lo que va a pasar ese adolescente. Si su vida anterior ha sido dura, nada será comparable al infierno que le espera. El incendio solo ha servido para colocarlo a sus puertas.
Concurso: WONDERLAND – Ganador 4ª semana 2014.
(100 palabras justas, excluido título – periodicidad semanal)
FUGACIDAD, de MEI MORÁN
El incendio sofocado, domesticado por la presión del agua, le deja paso. El muchacho obeso sale de la humareda con la niña asustada en brazos. Un grupo del vecindario le vitorea, algunos, con lágrimas en los ojos. Es un héroe. Por un momento olvida su peso, la mofa y el sentimiento de asco que siempre le acompaña. Los días engarzados en felicidad. Se suceden los homenajes, las condecoraciones y los besos de las compañeras de clase. Hasta aquel momento desagradable y aciago en el que el bombero que le vio rociar las maderas del suelo con gasolina despierta del coma.
Enlace a fuente: aquí
Leer estos micros es un auténtico placer -enhorabuenas a Mei, me encanta- pero además, leer los comentarios de Rafa es una auténtica gozada. Pues sí, en 100 palabras hay que contar pasado, presente y futuro, todo con esa fugacidad del tiempo. Cuenta mucho, pero nos deja a la imaginación también tanto!!, he ahí la grandeza del micro, eso y el vaivén de emociones: desde la alegría por el héroe, la ternura de ser quien es y la bofetada de realidad (y futuro).
Me ha encantado leeros Mei y Rafa.
Gracias, Mel, pero el mérito es todo de Mei y su estupendo relato.
Un saludo.
Coincido con mel en el placer de leerte analizar los textos, Rafa. Mei, que historia tan densa y bien estructurada en cien palabras. Me ha encantado. Yo no sé si lo fantástico le va bien al género o no, pero a mi suelen gustarme más estas historias ‘cotidianas’ o al menos con las que podemos empatizar que esconden e insinúan una historia mayor detrás.
Hola, Eva. Mei sí que ha sabido construir una historia bien estructurada sobre un hecho sin tintes fantásticos, y a veces eso resulta más difícil que dejarse llevar por temas menos convencionales. Pero tanto en un género como en otro se pueden encontrar historias estupendas con las que disfrutar. Y cada uno tiene sus gustos para elegir.
Un abrazo.
Pues mirad. Yo creo que todos/as somos héroes y villanos a partes iguales (incluso en el lenguaje igualitario, que tendría que poner /heroinas y /villanas, que lío, a estas horas) y también creo que la fantasía ocupa gran parte de nuestra existencia. El relato de una realidad plana, sin ningún giro fantástico aparente puede encerrar una gran dosis de fantasía en si mismo, puesto que «toda la vida es sueño y los sueños, sueños son». En realidad, nunca sabemos que parte de nuestra realidad no es fantasía, porque, voy a ser simple: ahí está «Matrix», que ¿quién sabe?.
El micro de Mei refleja una tristísima realidad, pero encierra una gran dosis de fantasía o eso me parece a mí. La propia historia es una fantasía de la autora (espero). La acción del chaval, aunque real, encierra la fantasía de lo que aparenta ser, aunque al final se nos revele que no lo es; la fantasía de que nos vean de una forma cuando en realidad somos de otra y al revés. No se si se me entiende, es que a estas horas tengo mucha fantasía, digo, sueño.
Ahora si que me voy a dormir. Felices sueños, compis.
Eso de soñar despierto Ana no está nada mal. No sé dónde leí que venía muy bien para el insomnio o para acabar un día que no te ha ido todo lo bien lo quisieras: en la cama, antes de dormirse resulta un buen ejercicio pensar en lo que te hubiera gustado ser, en lo que te quieres convertir, o en aquello que aunque no te apetezca de verdad, te guste recrearte en ello. Y con cuantos más detalles, mejor.
Un abrazo.
Es una técnica de relajación, según creo.
Aurora, yo sí que te he entendido, y me parece muy sugerente lo que dices, incluso a estas horas de la noche. La idea de Matrix la sacaron de no sé qué corriente filosófica (y no me refiero a la caverna de Platón), así que no es nada nueva, pero tuvo el privilegio de acercarla visualmente a casi todo el mundo, y que por lo menos se pensara en ella como una inquietene posibilidad.
Un abrazo.
Siento poner un punto sobre la í en un relato tan chulo. Pero me resulta imposible, tanto en la práctica como en la ficción, que coincidan el pirómano y el bombero. Esta escena no puede ser instantánea. Por eso para mí se desinfla el relato y el final ya me resbala.
Hombre, Susana, es que si el bombero ya estaba allí antes de empezar el incendio, pues la historia claro que se desinfla. De hecho, a mi no me gusta el relato (lo siento) porque creo que se podría decir lo mismo con un argumento más coherente, pero entiendo el fondo y eso es de lo que trata esta entrada o no?
Andá, que buenas lectoras, a mi se me había despistado el detalle y es cierto, el bombero acude al incendio así que es imposible que coincidiese con el pirómano. Jooo, como una palabra puede cambiarte del todo un relato y hacerlo o no creíble. Simplemente si fuese un vecino, ya estaba todo coherente. Palabras, cómo son!!!
Sí es cierto, Susana. POdría interpretarse también así. Aunque no soy partidaria de explicar los relatos quiero especificar que la figura del bombero para mí era necesaria. La palabra del chico contra la de un experto. Yo imaginé un incendio grande en el que el protagonista en su locura sigue poniendo fuego aunque ya hayan llegado para apagarlo.
Aún así debo reconocer que vuestras sugerencias podrían mejorar el texto. Lo estoy valorando.
Muchas gracias por tomaros el tiempo de ocuparos con el micro.
Abrazos
Mei, en este caso sería la palabra del chico contra la de un testigo que «le vio», que podría ser cualquiera, un vecino, un amigo, su padre… no un experto. Para que los expertos actúen -los peritos que investigan las causas del incendio o la policía que recoge indicios- no importa que no hayan visto. Creo que quisiste dramatizar el asunto, de eso se trataba, del dramatismo de la vida del chaval que se siente despreciado y minusvalorado, y dar al relato un final sorpresivo y potente, pero creo también que no elegiste la mejor figura para ello.
Algo como «…hasta en el momento aciago en el que la policía encontró sus huellas en el bidón de gasolina», o algo así, le daría más coherencia y no le quitaría en absoluto dramatismo y potencia al relato, que desde luego, la tiene.
Como te digo, el fondo de lo que quieres transmitir no se pierde, se entiende y consigue el objetivo esperado, pero la forma en que lo cuentas lo convierte en más flojo porque hace surgir este debate en el que estamos.
Lo que no quita que hay mucho mérito en contar lo que has contado con tan pocas palabras. Eso vaya por delante, eh? Conste que yo no me veo capaz.
Abrazo.
Querida Aurora,
entiendo lo que planteas. Gracias por tus observaciones.
Un abrazo
Poco tienes que valorar, si acaso cambiar la figura del bombero por un profesor o así. El relato está merecidamente premiado y tú ya has dado tu explicación. Es que los lectores a veces somos muy puntillosos y todo lo queremos tener controlado. Con tu explicación se me abre el panorama y queda más claro el desfese del chico pirómano.
Abrazo, Mei.