91. RATERO (J. Rodrígues)
Era muy hábil y te robaba sin que fueras consciente de ello porque sabía cómo hacerlo. De gancho te ofrecía un par de asuntos que uno aceptaba inocentemente y hasta con agradecimiento, pero una vez llegado al fondo de la cuestión que se terciara en aquél momento, observé después de un tiempo que ya podías darte por perdido sin remisión alguna.
Yo no podía sino intentar superarle, ser más rápido, de tal manera que, llegado el momento, él percibiera que se le había acabado el chollo, que en el futuro, aquello no iba a ser un asunto placentero exclusivamente para él y que tendríamos que compartir botín.
Mientras, seguía haciéndome concesiones menores esperando la pieza gorda y por ahí andaba yo, esperando, una oportunidad que no llegaba.
Un día, felizmente tuve una inspiración. Aquella mañana comenzamos a charlar, y de repente lancé un cebo. Le dije ‘esta mañana he confundido la medicación, me he tomado una pastilla verde de cianuro de potasio…’
Hasta ahí llegué. Inmediatamente llegó el robo, la apropiación que yo esperaba:
‘No me hables del cianuro de potasio. Una vez, estando yo en la mili, un sargento de Farmacia me dijo, Ortega, llégate al dispensario….’
Ratero infame.