119. Ray Kidman Pág. 3 – Pág. 30
Nada más venir al libro, Raymond Kidman supo que estaba destinado a ocupar un lugar destacado en la historia de la literatura. Soñaba con convertirse en un gran personaje, en ser, o no ser, un Hamlet, en tener la personalidad de Odiseo, la locura del Quijote, en devenir el nuevo Holden Caulfield del siglo XXI. Pero aquel maldito escritor, que no escritor maldito, se empeñaba en que su corazón palpitase de emoción a cada segundo, en que frunciese el ceño una y otra vez, en que carraspease continuamente, como si fuese el protagonista de un best seller cualquiera. Enseguida se rebeló y consiguió cambiar el curso de la novela, hasta que, en una noche oscura y lluviosa, al principio del cuarto capítulo, el autor le hizo cruzar sin mirar un paso de cebra y un conductor borracho se lo llevó por delante. “Quiso entrar en la historia de la literatura, pero se quedó en la página treinta del libro”, reza su epitafio.
Personaje metaliterario este Kidman. Me ha encantado.
Suerte, Ernesto.
Jajaja! Pobre Kidman, nunca logró enamorar a su autor y con sus argucias sólo consiguió una cruel revancha. Muy buen texto, Ernesto. ¡Felicidades!
Jajaja! Pobre Kidman, nunca logró enamorar a su autor y con sus argucias sólo consiguió un cruel fin. Muy buen texto, Ernesto. ¡Felicidades!
Muy buen relato. Original y metaliterario. Un gustazo leerlo.
(¿Huelo podium?)
Qué cruel destino, Ernesto, pero aún así le has convertido en grande con tus letras. Felicidades. Un abrazo.
Ernesto Ortega y metaliteratura, vamos solo ha faltado dedicado a Lorenzo Rubio jaja. Mucha suerte, profe.
Probrecillo este personaje. Acabar así cuando estaba destinado a mucho más.
Una historia original que arranca una sonrisa. Enhorabuena!
Muchas gracias por los comentarios. A ver si saco un poquito de tiempo y puedo leerme por lo menos algunos micros. Suerte a todos.
Serás lo que debas ser o no serás nada. Reza la máxima.
Se cumplió a mitad del libro.
Muy bueno.
Un abrazo y suerte.
Pobre hombre, estupendo relato.