95. REBELIÓN EN EL CATRE (Isidro Moreno)
Siempre me dices que por muy grande y bulliciosa que sea una ciudad, en el fondo no es más que la suma de miles de micromundos, de espacios paralelos que día a día se repiten con la insistencia y precisión de reloj suizo y sólo acompasados por unas variables de los visitantes casuales que, como un universo transversal, le aportan esa frescura y distinción sobre el tedioso pueblo donde nunca ocurre nada excepcional, según me cuentas, estimado amigo.
Cada día me narras las mismas ideas pero vistas desde distinto ángulo. Tus ángulos ya me los conozco: el negro, el positivo y el de persona equilibrada. Es raro este último.
Hoy me estás relatando que la florista de la esquina con peluca rubia que todos los días te ofrece un ramito, se la ha tragado la tierra nada más haber pasado tú junto a ella. Que lo presentías. Que el dibujo en la pared parecía que te anunciaba algo extraño, pues era extraña la figura de la niña con la cabeza completamente vuelta hacia atrás observando el sumidero de la acera.
Mira, estimado amigo, lamento tus carencias, pero estoy harta de ser tu almohada. Cómprate un muñeco diabólico y le lloras.
IsidroMoreno
Tu protagonista es un observador de primer orden. Ya desde el primer párrafo, muy elaborado, se nos muestra que una ciudad no es un espacio monolítico, sino lleno de vida y de historias que hay que saber mirar; a él no se le escapa ninguna, en especial, las escabrosas, algunas que nadie más es capaz de ver. Eso le hace sufrir, pues nadie más tiene ese poder que a él le sobra, pues solo le aporta inquietud, ya lo dice el refrán: «Cuánto sufre el que sabe». La almohada es la única que le escucha y con quien él se sincera, pero se ha cansado de ser el paño de lágrimas permanente en el que descarga su desdicha.
Al margen de la desaparición de la florista, que pasa a un segundo plano, este relato es la crónica de una soledad profunda, un hombre lleno de inquietudes, a quien ni siquiera su almohada quiere escuchar.
Un abrazote, Isidro. Suerte
Perfecta interpretación del relato y del personaje con, quizás, alto grado de esquizofrenia pero no paranoica, pues seguro que la florista desapareció bajo la tapa del sumidero. jejeje.
Muchas gracias, Ángel por tu lectura y comentario.
Dos abrazacos.
Isidro, coincido plenamente con el comentario de Angel. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda.
Un abrazo.
Ja,ja, muy bueno Isidro, perdona la carcajada, pero imaginar a la almohada rebelándose me parece de lo más divertido, independientemente del dilema que se plantea al protagonista con la desaparición de la florista a su paso, que seguro también es de interés.
Saludos.
La narración en segunda persona marca con más intensidad la rebelión de la almohada, que con el cuento de la desaparición de la florista, salta como gota que colma el vaso y dimite de su papel de psicóloga, que al igual que todas sus congéneres, no lo han solicitado ni se han preparado para ello. Debe ser su «sino».
Muchas gracias por leer y comentar.