38. RECEPTORES SENSORIALES
Cada día se desviaba del camino y nunca llegaba a la escuela, prefería sentarse a esperar bajo un árbol y extraer con su navaja, figuras de las ramas caídas.
El primer día que llegó a aquel río, no imaginaba ni por un momento la sorpresa que le esperaba. El sonido de unas risas cantarinas lo puso alerta, no sabía a qué venía tanta algarabía. Se tiró al suelo como un estratega, para ver sin ser visto.
Diez o doce mujeres jóvenes que portaban grandes cestos de mimbre se pararon a poca distancia de donde el chico permanecía inmóvil.
Las camisas de un blanco reluciente arremangadas hasta los codos, las faldas recogidas, dejando a la vista los muslos prietos, tostados.
Sus brazos en un vaivén rítmico provocando el cimbrear insinuante de sus pechos y las sábanas, arrastradas por la corriente fluvial, pugnando por escapar, sin conseguirlo, de sus manos recias.
De vez en cuando un descanso para anudar con pañuelos floreados sus melenas diversas.
Risas y palabras, a veces prohibidas, llegaban hasta el chico en un susurro pecaminoso llenando sus oídos de excitación y placer.
Ellas no podían imaginar que muy cerca, un naufrago vivía su sueño en aquella particular isla.
Me gustó tu relato, esa iniciación del niño-naúfrago, que sueña islas de mujeres cantarinas. Suerte y un saludo.
Jo Mercedes, me he imaginado la escena y me ha gustado mucho, no puedo decir cuanto. Bucólico, onírico, excitante y sugerente. Pena de no coger por banda a ese núbil y hacerle un hombre.
Un beso
Mercedes, esta historia tan sensual se dulcifica con la ensoñacion del joven. Suerte y saludos
Un niño que ha dejado un poco de serlo desde su observatorio privilegiado, que acaba de aprender más de la vida de lo que puedan enseñarle en varias semanas de clases, aunque esté mal que falte a ellas. La escena de las lavanderas y sus conversaciones me parece un hallazgo muy literario.
Un saludo y suerte.
Decía mi abuelo que el tallista saca del tronco de un árbol una figura que está escondida. Y tú lo has puesto tan literariamente que mereces una loa. Me gusta la imagen de los pañuelos de colores y las melenas al viento de las muchachas, son instantáneas sensoriales de una primavera que empieza. Enhorabuena artista.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Yo también he vivido el lugar y la circunstancia escribiendo este relato. Tanto lo he vivido, que he visto que el «náufrago» tallaba una minúscula figura con una boca llena de risa.
Escenas sugerentes, que nos evocan el comienzo de la primavera también para el muchacho. Un abrazo
Lo ves, Mercedes? Todo no se aprende en la escuela…
Abrazo.
Eso ya lo se yo, que me paso la vida en ella, jajaja.
Gracias a vosotras.
Buen fin de semana, esto se lo deseo a todos los que escribimos y leemos lo que en este blog sucede.
También a JAMS lógicamente, que con tanta presteza incluye cada relato.
Lo has contado de una manera que no cuesta nada imaginárselo. Cada adjetivo, cada palabra, cada expresión donde tiene que estar. Enhorabuena. Mucha suerte.