30. RECOLECCIÓN (Isidro Moreno)
Antes de iniciar la carrera, el plusmarquista abandonó por un súbito desvanecimiento letal. También corría el coreano, número dos del mundo, por lo que yo ahora podría conseguir el segundo puesto.
A mitad de competición, y bajo el artificial clamor voceado por megafonía, pude afianzarme tras el favorito de esta prueba de mil quinientos metros, pero de pronto, el coreano cayó sobre el tartán; salté sobre él, quedando yo líder, a escasos metros del oro.
Como duelo por la nueva víctima, se ha producido un radical silencio; la megafonía se ha apagado y los boquiabiertos rostros en las gradas permanecen impasibles. En el colosal estadio parisino solo estamos los atletas y unos cuantos jueces con escafandras. El virus pandémico, iniciado hace cinco años, sigue cobrándose víctimas diariamente y ya es la segunda olimpiada sin público, con aplausos y vítores enlatados que, desde luego, no pertenecen a los miles de rostros dibujados en los graderíos ni a los maniquíes disfrazados de policías, periodistas y técnicos de televisión que, como inmóviles esperpentos, decoran el evento.
El aséptico robot que nos impone las medallas me ha entregado una nota, con guadaña por membrete, que dice:
«Serás el próximo para mi colección». Firmado: Coronavirus.
A partir de una nueva y actual realidad, algo incierta, que parece dominarlo todo, has creado un futuro distópico en el que los humanos tratan de adaptarse a duras penas a una amenaza de la que no pueden escapar, a la desaparición prematura a manos de la temida dama de la guadaña, para quienes los hombres se han convertido en objetos para recopilar, tras ser debidamente fulminados, en una, más que colección, macabra recolección.
Imaginación y tragedia no exenta de algo inherente a tu naturaleza: el humor, aunque en este caso sea negro, negro.
Un abrazaco grande, grande, artista. Suerte
Has «clavado» la interpretación del texto, como siempre. Sólo me queda añadir que siempre que algún mal amenaza o golpea a una sociedad, provoca que haya gran número de afectados, perdedores y sufridores de ese fenómeno (que puede ser cualquier guerra, crisis, pandemia, etc.), pero siempre, a la sombra del negativo elemento, hay beneficiados que bien por casualidad, por habilidad o bien por directa consecuencia al ser los creadores, ven incrementados sus beneficios.
Aquí, al atleta protagonista, le favorece la maldición sobre sus directos rivales (plusmarquista 1º y 2º del mundo) pasando a ser él el nuevo líder, pero como a todo mortal: ¿Cuánto le durará su felicidad?
Es cuestión de tiempo.
Muchas gracias Ángel por leer y comentar.
Siempre ameno y con esa reflexión final. Dos caras de una valiosa moneda.
Es un verdadero placer la lectura de tus relatos. Estimulante.
Un abrazo, Isidro.
Muchas gracias por tus palabras, amigo Paco. Me alegra mucho verte por estas páginas.
Un fuerte abrazo.
Madre mía Isidro, este relato va a pasar a la historia. Cómo nos manejas y nos guías por donde tú quieres hasta plantarnos en ese instante del relato en el que nos vemos inmersos en la actualidad y en la incertidumbre del momento que vivimos. Mucha suerte. Abrazos.
Cuando lo escribí, a finales de febrero 2020, lo daba por completo como una ficción onírica con una historia que pasaría a ser obsoleta en cuestión de días. Ahora que acabo de releerlo después de algún tiempo, me da que aún no se ha quedado obsoleto y creo que tardará en hacerlo.
Estimada Beatriz, disculpa por no haberte respondido antes, pero como he comentado, hacía bastante tiempo que no me pasaba por aquí, no pensaba que alguien volvería a comentar.
Muchas gracias por tu lectura y tus palabras.
un abrazo, Bea.
Esperemos que la realidad, en este caso concreto, no supere a la ficción, sería terrible recibir notas de ese «mal bicho «. Una distopía muy interesante tu relato, Isidro.
Un abrazo.