Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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63 Reconquista

  1. Hitler sale del coche, echa un trago, bosteza, eructa, mea. Entonces la ve. Es ella, la presa. Drogadicta, lesbiana, marroquí: tres cosas imperdonables. Tres. Su madre le enseñó a perdonar solo una. Eso es: a Hitler su madre no le quería, pero le enseñó normas. Rectitud. Y esta tía es escoria. Antes de matarla le mostraré lo que es un hombre, piensa. Luego se la sacude, avanza, se relame. La chica está vomitando, la muy zorra.

De pronto un tercer personaje aparece en el callejón. Es ese hijoputa de Bonaparte. Hitler lo mira, se retan. El que gane se quedará con la presa. También con el callejón. Se acercan, gruñen, sonríen. Parten sus botellas contra la pared. Poco a poco, los restos de líquido avanzan por el muro en caprichosos afluentes que, ya en el suelo, se buscan y van formando un único río. Denso, mugriento. Imparable.

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    El problema de ese río que forma al final el contenido de las botellas rotas, tan «denso» y «mugriento», es que parece «imparable», y que no se aprende del pasado, que todo lo malo vuelve, si es que alguna vez se marchó, que la memoria es frágil, que las normas y la rectitud son, o deberían, ser otra cosa, basada en el respeto y la comprensión, y no esa supuesta corrección tan mal entendida.
    Un relato simbólico, distinto y valiente.
    Un abrazo y suerte, Alberto