60. Reencuentro (Jesús Navarro Lahera)
Una tórrida mañana, decidí abandonarlo todo e irme al sur. Mientras había sol caminaba sin detenerme, y de noche me tumbaba al raso para dormir. Con todos los que me crucé se repitió la misma conversación. Primero me preguntaban qué me sucedía, cuál era el motivo de que llorara, y yo respondía que estaba enfermo de una dolencia antigua como el mundo.
Entonces me sugerían acudir a un médico cercano, pero yo me despedía tras asegurarles que era inútil, porque se trataba de una enfermedad sin cura. Luego no hablaba más. De qué les habría servido saber que me dirigía a la playa donde la conocí, ese oasis de palmeras y arena blanca en el que nos comprometimos a estar juntos el resto de nuestras vidas.
Allí, de la mano, contemplamos atardeceres que teñían el horizonte de colores naranjas irreales. También paseamos juntos mientras las olas acariciaban nuestros pies. Porque ese era el sitio en el que, con las últimas luces del día, iba a avanzar hasta que el agua me cubriera por completo, y así, al fin, cumplir el anhelo de reunirme por siempre con ella donde justo un año antes había lanzado sus cenizas al mar.
Dicen que hay que saber pasar página y aceptar la muerte, paradójicamente, como ley de vida, que ademásnno tiene remedio, pero hay quien pierde todo aliciente para continuar tras una pérdida irreparable. También hay quien, como tu protagonista, cree en el más allá.
Una historia innegablemente triste, pero también hernosa, por cuanto el amor auténtico e irrepetible está presente de principio a fin.
Un abrazo y suerte, Jesús
Muchísimas gracias, querido Ángel. Al protagonista de mi historia nada le sirve de consuelo, solo ansía reunirse con su amada en la siguiente vida o el más allá.
Un abrazo
Ay Jesús, qué bonito y qué triste! Como bien dice Ángel, hay que pasar página, pero a veces es más fácil decirlo (sobre todo aconsejárselo al prójimo) que hacerlo (sobre todo si es uno mismo).
Esperemos no tener que decidir porque ninguna de las dos opciones es muy apetecible.
Un besazo y mucha suerte.
Muchas gracias, querida Ana María. Me alegro de que te guste este relato, que, como bien dices, rebosa tristeza, aunque al protagonista parece que eso no le importa y sí reunirse con su amada en el más allá.
Un abrazo
Hola Jesús:
Tú protagonista vive ese reencuentro paso a paso. Va reviviendo a la vez que se aferra al recuerdo de la persona amada que, en tu última frase, se desvela que ya no está, y que eso lo hace todo insoportable.
Muy visible y lleno de matices. Enhorabuena mucha suerte
Muchísimas gracias por tu comentario y análisis, Alberto. Me alegra saber que te gustan lo detalles y matices del cuento, y también el que se desvele el destino de la amada en la frase final.
Un abrazo
Buaaaaaaaa, pero qué micro más bonito y delicado, está dotado de una extrema sensibilidad y está plagado de expresiones preciosas. Me ha encantado Jesús, felicidades!
Muchísimas gracias, querida Sara. ¡Cuánto me alegra leer tus palabras!
Un abrazo muy grande
Ay, Jesús, hay amores imposibles de olvidar, como el de tu historia. Espero que se encuentren.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por tus palabras, querida Rosalía. Ojalá que sea así, y que tarde o temprano los caminos de estos dos amantes se
vuelvan a encontrar.
Un abrazo
Un «reencuentro» trágico para el que es ajeno a la historia, pero al fin y al cabo muy deseado para el protagonista.
Quien ha conocido el amor verdadero y lo ha perdido tiene dos opciones: alegrarse de haber amado y haber sido correspondido (que al fin y al cabo es una suerte…), o tomar la decisión de no conformarse con su recuerdo.
Es una historia escrita con muy bellas palabras.
Saludos, Jesús
Muchas gracias, Pilar. Me alegra saber que te gustan las palabras utilizadas por el narrador de esta historia tierna y triste a la par. Ojalá que el protagonista hubiera tomado el primer camino que indicas, aunque no parece que fuera el que le llamaba. Un abrazo