114. REGOVERA LA LLAMAN (Nani Canovaca)
Empieza a amanecer y se despereza. Pronto comenzará las tareas en el campo aunque antes deberá dejar hecho el almuerzo y la casa recogida. Le parece escuchar como golpean las canales al estrellarse en el suelo y poniendo atención, confirma que llueve con intensidad, por lo tanto hoy al campo no se podrá salir. Se alegra porque viene bien un día distinto, aunque aprovechará para proveer la despensa y ver si consigue las mantas para las camas de los pequeños y los ovillos de lana, para por la noche mientras entra en calor a la vera de la chimenea, tejer los jerséis que llevarán para ir a la escuela.
Remoja en leche caliente el pan que sobró en la cena, se calza las botas de agua y prepara la mula. Acopla en el serón los pollos que le encargó el alcalde, los huevos que llevará al médico, los tarros de mermelada que cambiará por la lana, los melones de invierno que llevará a cambio de la primera manta, junto con la miel, los pimientos y las calabazas que recogió ayer, así como las conservas de hortalizas.
Coge el paraguas que fue del abuelo y emprende el camino hacia el pueblo.
Con qué cariño y sencillez nos muestras unas pocas horas en la vida de una mujer, puede que sin marido que la acompañe, que busca como sobrevivir haciendo pequeñas ventas y trueques. Consigues, con tu prosa, que su vida y sus labores hasta nos parezcan bucólicas, cuando, seguramente, lo sean bastante arduas. Enhorabuena y suerte. Un saludo.
Muchas gracias Jesús por tu comentario. La vida de la mujer rural es y fue aún más dura y si estaba sola para sacar adelante a la familia, ya te puedes imaginar. Se aprovecha todo y todas las horas. El año es largo y las bocas muchas y el frío a veces, mucho más.
De nuevo muchas gracias.
Besicos muchos.
Hola, Nani.
Muy difícil hacer un comentario tras lo que ha escrito Jesús con sus habituales agudeza y maestría. Por mi parte te diré que has conseguido trasladarme a aquellos pueblos de mi niñez (hoy son otra cosa) donde hasta por existir, existía la economía de trueque, como apunta J. Estoy oyendo, mientras lo leo (lo voy a releer) esas canales percutiendo infatigables contra el suelo. Veo a esos personajes: el médico, el alcalde y respiro ese aire impagable. Nos presentas de nuevo la dureza de esas, ¿estas? mujeres pero con muy intensas briznas de ternura. Una mujer probablemente madre soltera, entonces lo de los anticonceptivos… Esa figura del abuelo, seguro que omnipresente, aunque ya no esté, en su paraguas. Los niños por los que tanto se afana. En fin, una belleza de texto que nutre mis ojos hasta lo más hondo. Una enhorabuena inmensa acompañada de un beso.
Agradecida por tu cariñoso comentario Martín.
Como comentas, la mujer rural de antaño tenía una vida bien dura. Hoy pueden acompañarle los electrodomésticos por ejemplo, que todas tenemos y hacerle la vida más fácil, pero en lugares de la tierra siguen exactamente lo mismo y si como imaginas, es una mujer viuda o soltera con hijos…, ya no solo el trabajo, sino el tener que soportar las lenguas de doble filo, aunque no digan nada verdadero, la cuestión es hablar por hablar…
Besicos muchos y de nuevo, muchas gracias.
Hola Nani. La lectura de tu relato me ha dejado exhausto. Te has propuesto transmitir eso precisamente, verdad? El sin parar, la búsqueda de sinergias, el reciclaje (todo se aprovecha) de la gente de campo, de la mujer rural -sobretodo. Y lo has conseguido. Felicidades. Un abrazo
Hola Francesc. Muchas gracias por tu comentario y me encanta que te haya transmitido todo eso que comentas. Simplemente pretendía homenajear a esas mujeres que no tienen un minuto para ellas, ya que su vida es trabajo y trabajo.
Muchas gracias de nuevo.
Besicos muchos.
Un relato que bien se podría titular: «Un día en la vida de una mujer», en este caso rural. Parece mentira que en el transcurso de unas 14 horas puedan hacerse tantas cosas y tan diversas, para que luego digan de la tranquilidad del campo frente al ajetreo frenético de la ciudad. Lejos del papel secundario que la mentalidad y la historia se ha empeñado en conferirle, el papel de las mujeres siempre es determinante, han sido y son un engranaje fundamental para que el mundo funcione.
Un abrazo, Nani. Suerte
Ángel muchas gracias por tu comentario. Como bien dices, el día de una mujer rural puede durar 14 horas o mucho más y en cuanto a la tranquilidad del campo, nunca fue para esa mujer que ejecuta las faenas, recoge aceituna, siega, siembra, cuida de los animales y cuando llueve, hace conservas, asea la casa y a veces borda mantillas para sacar algún dinero o cambiarlas (trueque, como anteriormente se ha comentado), por otros enseres necesarios para los suyos, la mayoría de las veces, ni para ella.
De nuevo gracias y besicos muchos.
Nani, bien ambientada tu historia-realidad de un dia en la vida de una mujer del campo. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda por tu comentario.
Besicos muchos.
Con sencillez y detalle, nos cuentas tareas realizadas por una mujer rural. El lector empatiza con ella y eso es un acierto tuyo, Nani. Te felicito por tu relato.
Un abrazo.
Me alegra saber que has empatizado con nuestra protagonista. Es una satisfacción recibir tu comentario. Muchas gracias María José.
Besicos muchos.
Un día distinto en las formas pero no en el fondo, que es de esfuerzo y dedicación. Heroína sin queja, tal vez sin reconocimiento, pero con el cariño por los suyos como estandarte. Me ha gustado mucho, Nani. Abrazos y suerte.
Así es Salvador, Una heroína que ni siquiera es consciente de ello, ya que para ella lo único que importa es el día a día, poniendo todo el amor que tiene.
Muchas gracias por comentar.
besicos muchos.