65. Regreso a los orígenes
«Tres, dos, uno… navegas entre selvas, escuchas rugidos, trinos, sientes un viento cálido y húmedo que te recuerda a tu infancia, o a otra infancia más lejana», dice la voz.
«Te miras. Estás casi desnuda, pero no te avergüenzas. Detienes la canoa. En la orilla te reciben otras mujeres como tú. Están alegres, cantan, bailan, y te informan de que ha llegado tu gran día. Jamás perderás tu poder, te dicen, y te llaman por tu nombre».
Renata tiene los ojos cerrados; está tranquila. La voz, la hipnótica voz quizá no esté diciendo todo eso. Puede que incluso no exista, o sea un simple eco del pasado. Pero ella lo escucha, lo siente. Por eso está regresando a ese lugar salvaje que jamás ha visto. Al Gran Río, a su tribu. Y ríe, y baila.
Y todo se nubla.
—Mo… montaré a caballo, y… tensaré mi arco —murmura, adormecida aún por la anestesia—. Jamás perderé mi poder.
—¿A caballo? Cariño, primero… debes empezar con la quimio. Pero todo irá bien, ya lo verás —le dice suavemente su marido.
—Lo sé, solo estaba bromeando —responde ella, sonriente. Con ese brillo peculiar que solo poseen las verdaderas amazonas.
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La anestesia ha inducido un sueño en tu protagonista en el que parece haber viajado al pasado de una vida anterior, e un mundo en el que las mujeres hacen piña, llevan la iniciativa, son valientes. Al despertar el sueño se ha hecho realidad, no como ella y el lector creimos, sino para qje lidie sin descanso con un problema físico que aunque parezca debilitarla, en realidad hará que sea más fuerte.
Un relato muy oroginal y bien contado, con un mensaje de fondo encomiable, oculto hasta el final, lleno de la fuerza de la vida.
Un abrazo y suerte, Antonio
(Perdón: ALBERTO. Mi subconsciente te ha cambiado el nombre sin querer).
Un planteamiento original, abierto a interpretaciones. Los efectos de la anestesia pueden generar imágenes muy vívidas. Su origen inevitablemente es nuestro propio cerebro y puede tener relación (o no) con recuerdos de hechos reales o de pensamientos reales o de deseos reales o de… ¿Y por qué no despertar una saudade dormida en las profundidades del inconsciente? Enhorabuena, Alberto.
Un abrazo y suerte.
Hola Josep. Es muy interesante eso que dices, y creo que muy real. No sólo nuestros padres dejan poso genético y ese poso no es solo de caracteres físico o psíquicos, sino también emocionales . Las experiencias y emociones fuertes de nuestros ancestros, con toda probabilidad, dejan una pequeña huella en nosotros.
Muchas gracias y un abrazo
Hola Ángel. Me alegro que te haya gustado. Mil gracias por estrujar cada rincón del relato, y sacar ese jugo que sacas en cada comentario.
Un abrazo grande
Alberto, veo muchas cosas en tu micro: ese ambiente onírico, la fuerza de la selva, el poder ancestral de las mujeres… hasta que se desvela lo que está ocurriendo en la realidad actual, que me lleva a recordar esa sentencia que dice que «lo que no te mata te hace más fuerte».
Un abrazo y suerte.