45. REINA DE ESPADAS (Rosalía Guerrero Jordán)
Elvira nunca leía el horóscopo porque no creía que el destino estuviera escrito. Quizás por eso hizo caso omiso a las palabras de la pitonisa. Ni siquiera entendía cómo se había dejado arrastrar por Julia hasta aquella abigarrada caseta de la feria.
Lo primero que pensó fue que tantas velas encendidas iban a hacer arder las telas que colgaban de las paredes. Lo segundo, que aquella mujer extranjera les estaba tomando el pelo: no era posible que, en ambas tiradas, hubieran salido la Muerte y el diez de espadas.
Julia salió de allí presa de un ataque de pánico. Elvira intentó calmarla en vano. Pero cuando vio a la pitonisa mirarlas con terror desde la puerta un escalofrío trepó por su espalda.
Después de varios gin-tonics y un par de porros se olvidaron de las cartas y de la improbable predicción. Tanto, que se subieron al coche riéndose de su propia inocencia.
Las encontraron horas después. Dos cuerpos sin vida atrapados dentro del amasijo de hierros en que había quedado convertido el vehículo tras varias vueltas de campana.
La mano de Elvira sujetaba, presa de sus dedos helados, una reina de espadas.
¿El destino está escrito realmente, o lo propiciamos nosotros mismos, sugestionados ante una supuesta predicción, que de forma inconsciente, o no tanto, hacemos que se cumpla? Estas mujeres quizá no se hubiesen estrellado si nadie les hubiera anticipado que podría suceder y ellas, para desafiar la profecía, en un alarde de superioridad, no hubiesen tomado ninguna sustancia. La carta en la mano quizá si que inclina la balanza hacia el lado esotérico e incontrolable, porque ese detalle tiene menos explicación racional.
Un relato sobre predicciones y creencias.
Un abrazo y suerte, Rosalía
Gracias Ángel por tu acertado comentario. En efecto, existen las profecías autocumplidas, que demuestran el poder que ejercen las expectativas sobre nuestra conducta. Posiblemente las protagonistas hubieran sobrevivido a esa noche si no hubieran tenido la osadía de querer conocer el destino.
Y la carta en la mano, bueno, es para que cual interprete a su gusto el motivo del fatal desenlace.
Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.
Me encanta cómo has ido preparando el ambiente hasta llegar al desenlace. Esa atmósfera donde todo puede ser real o fruto de la sugestión. El personaje que cree y el que no. Con un desarrollo que engancha.
Un abrazo, Rosalía
Maria, me alegro de que te haya gustado!
Muchas gracias por tu gentil comentario.
Un abrazo.