Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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12. RESPUESTAS

–¿Qué haces que no estás preparando la cena? Si no está lista en ya y menos, me largo a comer fuera ¿Me has oído? –.
–Nada, ni caso.Tú sigue perdiendo el tiempo afilando cuchillos precisamente ahora, que te vas a enterar. Cortan perfectamente y tú estás para que te encierren…–.
–Vaaale, vaaale, muy bien. Yo me largo, pero prepárate para cuando vuelva, porque no aprendes. Ah, y ¡Toma! Esta hostia como adelanto, por inútil –.
–¿Y qué?¿Hoy ya ni contestas?‐‐ ¡Qué estarás tramando…!
Recibió una fría mirada que contenía todas las respuestas.
–¡Uyyyyy, qué mieeeedo! –…Y se marchó riendo.
Una certera cuchillada fue el saludo de bienvenida que se encontró al volver. Palmó allí mismo, en la puerta de entrada.
“Los cuchillos, siempre muy bien afilados –le decía su abuela–, para que no ocurra una desgracia”.

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Lo sucedido, nadie puede negarlo, es un suceso trágico, pero soportar a ese sujeto era también una auténtica desgracia. Dicen que nada, o casi nada, justifica la violencia, y que antes de llegar a extremos hay que utilizar el diálogo, pero también es cierto que hay sujetos con los que la comunicación y el razonamiento resultan imposibles.
    Un micro de hirientes palabras por un lado, y de hechos literalmente sangrantes como consecuencia, por otro.
    Un abrazo grande y suerte, Puri.

  2. Rosalía Guerrero

    Ojalá no fuera necesario, pero a veces no hay más remedio que recurrir a la defensa propia.
    Ese tipejo tuvo la oportunidad de leer la mirada que contenía todas las respuestas, sin embargo prefirió reírse. Ah, y lo de los cuchillos afilados es cierto, porque si lo están haces fuerzas y es cuando se te escapan de la mano y sucede una desgracia.
    Un abrazo y suerte.

  3. Puri Rodríguez

    Muchas gracias, querido Ángel, por leerme y por brindarme tu habitual y magnífico análisis de mi relato. Cuando el líquido de un vaso rebosa, rebosa, y ya no hay marcha atrás. Un abrazo, amigo.

  4. Puri Rodríguez

    Graaaaciaaas, Rosalía. Es bien cierto lo que dices. Hay que saber interpretar las señales de aviso, y los ojos hablan, a veces, mucho mejor que las palabras. Ah…Y los cuchillos siempre bien afilados. Sabia la abuela. Un abrazo, guapa.

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