59. Revalorización
El coleccionista contempla, con cierta vanidad mal disimulada, la hoja que acaba de sacar del interior de la caja fuerte. Se pone los guantes y escoge las pinzas de punta curvada. Extrae con suma delicadeza, uno a uno, los únicos nueve sellos que se conservan de la primera serie postal sueca de 1855. Tras treinta años de investigación detectivesca que le ha llevado a dar hasta cuatro vueltas al globo terráqueo, el anciano filatélico está en condiciones de afirmar que no quedan más ejemplares en el mundo que los suyos. Se detiene, como tantas otras veces ha hecho a lo largo de las tres últimas décadas, en la admiración del motivo de tan raro sello: las olas del océano embravecido ensañándose en la legendaria fragata de la Marina Real, el singular mascarón y las dos mínimas sirenas encaradas, impresas en amarillo por un error de imprenta en esa primera serie. Suspira, deja las pinzas que sujetan el noveno sello a un lado y, todavía con los guantes puestos, enciende un fósforo que aplica a la bandejita donde ha ido depositando los demás. Su mirada se dirige, alternativamente, a las llamas, al ejemplar amnistiado, a la caja fuerte. Y sonríe.
Consigues, David, que presenciemos la escena de forma muy clara, como si estuvieramos viéndola en el cine. Me ha gustado mucho. Suerte.
Gracias por tu comentario, Jesús. Me alegra que te haya gustado. Suerte para ti también.
Coincido con lo comentado por Jesús, hasta la fragata he podido ver.
Suerte.
Gracias, Yolanda. Con un buen catalejo se las ve venir con bastante antelación 😉 Suerte para ti también, amiga.
Mercados, valores, brillantez e hijos únicos.
8,5. Notable altísimo.
Ahora no recuerdo si usté es muy estricto al evaluar o una asignatura María pero un 8,5 está muy pero que muy bien. Gracias, maestro y, sin embargo, amigo.
Tanta delicadeza profesional, tanto amor al arte, tanto perseguir ejemplares raros, para terminar por hacer una pequeña salvajada que incrementará su patrimonio a costa de esquilmar el de la Humanidad. Don dinero manda, no existen otras consideraciones que lo superen. No quisiera extenderme en adjetivos. Me contengo y pongo dos: originalidad y maestria.
Un abrazo y suerte, David
Tan amable como siempre, Ángel. Y yo que te lo agradezco pero recuerda que, aquí, quien reparte los títulos de maestría desde hace años soy yo (es un tic que tenemos unos cuantos cientos de ajedrecistas). Pero lo de original te lo acepto 😉
Otro abrazo para ti y toda la suerte del mundo también.
David, original forma de tocar el tema y bien llevado. suerte y saludos
Gracias, Calamanda. Soy consciente de que no va a ser el cuento típico y al uso en esta convocatoria tan marinera. Igual el jurado agradece este… ¿golpe de timón? 😉
Suerte y saludos.
Esplendido relato contado con maestría.
Felicidades y un abrazo primaveral.
Gracias, María, aunque me temo que ambos sospechamos que lo de la maestría me viene algo grande.
Otro abrazo primaveral para ti.
Buena jugada, ilustrativa de ese mundo interior tuyo tan bruto, David.
Saludos cordiales.
Jajaja, gracias, Carles. En realidad, exageré un poco: creo que bastante bruto es más preciso que muy bruto 😉
Saludos cordialísimos para ti también, camarada.
David, me has dejado sumido en un mar de pesimismo, pero sí, claro que sí, así es nuestro mundo, el terrestre y el marino, cuando lo toca la mano del hombre, esa criatura incapaz de ver en el mundo más valor que el valor de cambio.
Me ahogo en la terrible verdad que nos has pintado con mano maestra.
Un abrazo.
Gracias, Eduardo, que lo de la mano maestra venga de un autor cuyas letras tanto admiro es, desde luego, el mejor halago. No puedo evitar estos toques pesimistas que, en parte, definen muchos de mis cuentos. El tuyo tampoco es, precisamente, optimista 😉 ¡Y qué bien lo has escrito, compañero!
Un abrazo para ti también.
Hola David. Enhorabuena por este magnífico relato que nos ofreces. Me encanta la forma en la que nos cuentas un proceso tan maquiavélico del coleccionista. Todo un ejemplar, el sujeto en cuestión.
De entre los leídos lo sitúo bien arriba.
Te deseo suerte. Un abrazo,
Ton.
Gracias, Ton, por un comentario tan amable. Y por situarme ahí arriba. Difícil será mantenerse con los buenos textos que se cuelgan.
Suerte para ti también. Un abrazo.
David solo puedo decirte, que eres bueno, muy bueno. Describes la escena de forma tan real que nos metes en ella. Y yo he sufrido con esa quema de sellos reliquia, un crimen propio de las mentes más retorcidas y novelescas.
Abrazos
Gracias, gracias mil por tu generosidad, Asunción. ¿Te he dicho que cada vez estoy más encantado de que te llevaras el Producto interior muy bruto que estuvo en Zaragoza? 😉
Abrazos para ti también, amiga.
Con cuanta precisión nos has contado esta escena. Sellos hermosos y de gran valor que terminan en la hoguera de la ambición. Como siempre, sólo uno puede quedar a salvo de las llamas.
Original manera de abordar el tema. Geniales tus letras.
Abrazos y besos David.
Belén, la verdad es que esta vez me propuse ser original pensando que igual se os hacía un poco pesado tanto buque y alga marina. Igual me sale el tiro por la culata, lo más probable, pero al menos tengo la sensación de que a algunos la experiencia os ha sido más o menos grata.
Gracias, como siempre, por tu generosidad. Abrazos y besos para ti también, amiga.
Coño, David, es que a mi Ángel me ha leído el pensamiento. El tipo me cae fatal con su destrucción del arte por lo material, pero tú lo has conseguido con un relato que lleva a ello. Pues eso, que enhorabuena.
Abrazotes
Gracias, Javier, pero… ¿qué es lo que he conseguido exactamente: leerte también el pensamiento o caerte fatal? 😉
Abrazotes para ti también.