98. Revelados
Mi tío se encargó de hacer una fotografía de la familia cada Nochebuena hasta que los huecos de los que faltaban fueron demasiado dolorosos. Nos situábamos en dos filas, tras la mesa llena de platos vacíos, peladillas y copas a medias. Unos, sentados; otros, detrás.
Cuando apareció con una Polaroid formamos un buen revuelo. Que, en aquel papel en blanco, poco a poco, asomaran formas en color fue como presenciar un espectáculo de magia sin igual.
Las conservó todas mi madre, en un álbum que no dejaba tocar a nadie mientras vivió.
Ahora ojeo aquellas fotos y me estremezco. Revivo el momento en el que él ponía el temporizador y se unía al grupo entre risas nerviosas. Aunque también descubro detalles que en su día me pasaron totalmente desapercibidos, como todos los primos de puntillas para parecer más altos que el mayor. O la cara de mi hermano pequeño al recibir el beso apretado de la abuela. O las manos enlazadas, a salvo de ser vistas, de mi madre y mi tío bajo el mantel.
¡Qué miedo estar ojeando esas fotos! Gran historia perfectamente contada, Nuria, enhorabuena
Muchas gracias, Cano. Desde luego habrá que mirar bien ese álbum, por lo que se pueda añadir…
Saludos
Todo muy tranquilo, bucólico, costumbrista, familiar. Y al final ¡ZAS! En todo el hocico. Y te quedas pensando en que pasaría por la mente de esa chiquilla (ya mujer, se supone) al descubrir ese ínfimo detalle. ¿Correría a mirarse en el espejo y se compararía con la foto del tío? Cuanto más lo leo, más me gusta. Un silencio final atronador. Mucha suerte.
Lleno de sentimiento. Me encanta
Muchas gracias por tus palabras, Lidia.
Saludos
Gracias, Arroyo. Lo cierto es que sí que hay varias opciones… 🙂
Un saludo.
Nuria,
Precioso micro perfectamente narrado. Muy buena historia con un giro final brillante. Enhorabuena! Un placer leerte
Gracias, Susana. Me alegra mucho que te guste.
Saludossss
Los grandes secretos están a salvo a la vista de todos, pues solo una mente observadora es capaz de ver de verdad. Con la escritura ocurre lo mismo, solo unos pocos relatos contienen ese detalle capaz de cambiar la historia y dar un vuelco a nuestros corazones.
No creo que necesites suerte con este relato. Pero te mando un abrazo.
Muchas gracias por pasarte, Anna. Me alegras. 🙂
Abrazo de vuelta.
Si hay algo revelador, detalles que demuestran la realidad que fluye bajo las apariencias, es una fotografía que, unida a la capacidad de observación que le sobra a esta muchacha, termina por dar sentido a lo que quizá se intuía, pero la imagen demuestra, tanto que casi podría presentarse como prueba en un juicio, como ya ha ocurrido cientos de veces. Ya dice el refrán que «el diablo está en los detalles».
Un relato de aparente sencillez, pero lleno de contenido. Un conjunto, además, creíble.
Un abrazo, Nuria. Suerte
Querido, Ángel… Tú no tienes de diablo ni el nombre y bien que te fijas en el más mínimo detalle. Gracias por estar ahí siempre.
Abrazos
Gran narración, bien armada hasta que el final nos da luz inesperada a esa historia familiar. Me ha encantado. Bravo, Nuria. Un abrazo y suerte.
Muchísimas gracias por pasarte, Pablo. Me alegra que te guste. 🙂
Un abrazo.