48. Rima en disonante (Rafael Loscertales)
Todas las mañanas, el poeta pasea su lirismo por las soleadas callejuelas. Derrama sus estrofas junto a los encalados muros. Entre los soportales, pareados; en aquella plaza, redondillas; una cuarteta en el cruce. Se detiene al descubrir un geranio despampanante que asoma en un alfeizar. Desde abajo lo reprende por su hermosura y deshoja unos aromáticos y aterciopelados epítetos. Si se cruza con la modistilla, declama un amor endecasílabo por sus entretelas y le propone hilvanar juntos unos versos libres. Siempre saluda con trazas de esponjosa delicadeza. A su paso, todos cierran la mirada y respiran hondo. Dicen que el aire que le acaricia huele a verso y ambrosía.
Cuando vuelve a su humilde casa, cuelga en las oxidadas perchas de la entrada todos los adjetivos. Lanza sus zapatos hacia el pasillo y se desviste. Por el suelo va soltando su piel de poeta. Toma una cerveza de la nevera y se deja caer en el sofá en gayumbos. Bebe. Limpia su boca con el dorso de la mano, se rasca los huevos y eructa en prosa.
Por fin. Un relato tan original se merecía comentarios. Solo con rascar un poco encontramos que la prosa soez es la literatura de andar por casa. Muy, muy bien contado.
Enhorabuena y un abrazo.
No actuamos igual en un contexto que en otro, esa es una de las grandezas del ser humano: la capacidad de adaptación y la versatilidad. Está claro que no se puede ser sublime siempre, sería agotador, como también, que nadie sabe lo que sucede en la intimidad, seguro que nos llevaríamos muchas sorpresas, respecto a los demás, claro, nuestro modo de actuar ya lo conocemos.
Hasta el ser más excelso tiene derecho a un ratito soez, y el que diga lo contrario, que tire la primera piedra.
Coincido con María: original y bien contado.
Un abrazo, Rafael
Rafael, tu relato me parece una genialidad; aún así, hasta los poetas, sacerdotes y cirujanos cardiovasculares infantiles, se rascan los huevos y eructan todos los gases que le sobran en prosa.
Nos leemos
Una finura de poeta, tan pero tan «finoli», que al final del día terminó pasándose de fino… ¡Al extremo contrario, jaja! Algún «defectito» tenía que tener el pobre, ¿acado no es humano como todos nosotros? Tiene todo el derecho de quitarse la finura al final del día para poder quedar en calzoncillos y sacarse, por fin, las ganas de eructar en prosa, jaja… ¡Mamita, qué contraste!… Me hiciste reír, Rafael, con este micro «entrefinamente escatológico», que a nadie deja indiferente…
Felicidades, me encantó.
Besos 😘😘😇😇
Gracias por vuestros comentarios, María, Ángel, Isabel, Mariángeles. En la mayoría de ocasiones, las apariencias esconden la información, la foto de un momento no tiene porqué ser la verdad completa. También hay quien juega al engaño con las apariencias… Varias causas y causantes. Difícil realidad. Abrazos
Felicidades por el micro, Rafa. Magnífico.
Un fuerte abrazo
Un gran relato con tintes poéticos en el principio que atrapa e intriga. Excelente como siempre son tus historias. Un abrazo.
Perdón, Rafa. Este comentario era para Alberto. Desde el móvil las cagadas me ocurren de vez en cuando. Ahora comento el tuyo.
Me has sacado una sonrisa, Rafa. Con este final a estilo Hommer Simpson. Muy bueno, felicidades. Un abrazo.