82. Rodeados (Patxi Hinojosa)
No sé si me creeréis, pero debo decirlo: estamos rodeados de unos seres especiales que nos contemplan, suplicantes, desde los que en algún instante fueron sus particulares edenes.
Tragando humillaciones, olvidando desprecios, han podido observar cómo ese paraíso ha ido mutando hasta un infierno en el que las llamas abrasan bastante menos que las vejaciones y estas menos incluso que el recuerdo de un tiempo en el que semejante cambio era imposible por impensable.
Recapacitando en ello estoy cuando veo un niño que, desde el patio de su colegio, se despide sonriente de su madre mandándole un beso volador; desenfoco su imagen y me centro en ella, exhibe esa sonrisa que tan bien le sale, aunque no tanto como disimular con maquillaje el calvario del que ansía que puedan escapar algún día.
Aunque lo intento, no encuentro apelativo mejor para ellas que el de «superhéroes»; no siéndolo, decidme cómo podrían crear unos mundos virtuales para sus hijos y entorno con todas esas miserias familiares camufladas… Además, como cualquier «superhéroe» que se precie, tienen incluso su punto débil, y no pudieron ser tocadas con uno más apropiado, un inmenso amor incondicional.
Son «superhéroes», sí, mas ellas no eligieron serlo.
Hola, cuánta razón llevas, qué sentimiento tan hermoso pero cuánto sacrificio supone, a todos los niveles. Lo expresas muy bien.
Felicidades y suerte.
Hola, J. Ignacio. Muchísimas gracias por el regalo (dos en uno) con que me has obsequiado: tu tiempo para la lectura de mi texto y el generoso comentario con que lo adornas. Un abrazo.
Patxi, que romantica tu vision de la maternidad y en muchos casos real. Suerte y saludos
Muchas gracias por tu tiempo y comentario, amigo Calamanda. Me queda la pena de no haber sabido representar lo que en realidad pretendía: el sacrificio de todas esas mujeres maltratadas, haciendo de tripas corazón por sus hijos, madres en infiernos terrestres. Un abrazo.
Hermoso, sentido, conmovedor y tristemente real texto, amigo Patxi, el que aquí nos muestras. No cabe duda de la heroicidad de estas madres, que cada día intentan proteger y ofrecer a sus hijos un mundo a salvo de atrocidades como las que viven.
Placer leerte. Abrazo grande.
Muchas gracias, amiga Manoli, por pasarte a leer y por tan bello comentario. Un fuerte abrazo.
Y a mi juicio sí que has expresado muy bien el tema del maltrato, con ese maquillaje incapaz de cubrir semejante calvario. Nada lo cubre, ni las leyes, siempre insuficientes, ni el mundo del que formamos parte.
Gracias, otra vez, de corazón, por extender tu comentario con unas palabras que me reconfortan al máximo. Beso y abrazo grandes, amiga Manoli.