123. RUIDO BLANCO
Ruido blanco
Como partículas en suspensión, el ruido blanco flota, se acurruca, absorbe, mimetiza y espera. Espera agazapado para convertir en algo neutro las palabras, los sonidos, la música, las risas, los llantos. Todas las frecuencias y modulaciones acaban engullidas en esa línea espectral que transita el espacio-tiempo, infinita y eterna. La radio retransmitía, con voz monocorde, los últimos momentos del planeta. Éramos pocos los que permanecíamos escondidos, guarecidos en subterráneos como las últimas ratas que, al final, sin remisión, acabarían por abandonar el barco. La comida escaseaba y el agua estaba tan racionada que apenas disponíamos de un sorbo para refrescar los agrietados labios. El día en que la radio enmudeció y nuestras palabras se confundieron con ese ruido –porque el silencio es ruido, ruido blanco–, abrí la puerta y emergí hacía la luz que también, como el ruido, es blanca.
Muy bueno Rosa. Un relato lleno de antiruido blanco. O de ruido multicolor, porque sus palabras no son huecas ni lejanas. Llegan.
Muchas gracias por la lectura y el comentario,Reve Llyn.
Me ha encantado la afirmación: «El silencio es ruido blanco». Creo que es uno de los mejores hallazgos que he leído este mes.
El resto del relato, pura poesía.
Saludos, Rosa.
Muchas gracias, María Jesús. Me sonrojas.
Buen relato, con una cadencia que te envuelve.
Felicidades
Gracias, María. Saludos.
Ojalá fuese así el final. Poética y bella Apocalipsis.
Me gustó Rosa. Te deseo suerte.
Ton.
Gracias por tu lectura y comentario, Ton.
Blanco y espeso, destilando poesía. Suerte, Rosa.
Gracias, Eva.
Pura prosa poética engarzándose en los sentimientos.
Buena apuesta. Espero que tengas suerte.
Besos.
Suerte para ti tambíen, Raquel.
Gracias, Calamanda.
Rosa, bien hilvanada esta historia tan rotunda, donde la vida no puede asomar. Suerte y saludos