51. Sana convivencia
Se despierta con el canto del gallo. Desayuna miel que extrae de una colmena, situada detrás de su cabaña. Una vez a la semana se hace la pedicura y manicura. Va al lago y se sienta en una piedra al lado de la orilla. Sumerge pies y manos y tan solo, espera. Al poco rato llegan los pececillos que, con sus minúsculas bocas, le arrancan las pieles muertas. Al mediodía come larvas de escarabajo rinoceronte y huevos de codorniz, ricos en hierro, fósforo y zinc. Cada quince días, la ardilla Florentina le hace la depilación con sus diminutos dedos ágiles. Cuando tiene migrañas, Julio, el chimpancé desciende raudo de las ramas para darle masajes meticulosos. Si sufre un lumbago, llama al elefante. Este coloca su enorme pata sobre la espalda, presionándola ligeramente y, al instante, ella vuelve a estar como nueva. Antes de acostarse, se baña con leche de burra. Le ayuda a mantener las articulaciones en buena forma y a lucir una piel elástica. Por la noche, escucha notas melodiosas con el ruiseñor o tonos melancólicos con el mirlo. Los sábados prefiere algo más alegre, rápido y musical. Es el turno entonces de la bandada de canarios.
A eso se le llama vivir en comunión con la naturaleza. Esta mujer (la imagino mujer) ha entendido que puede ser una relación fructífera y no le falta de nada. Seguro que muchos nos cambiaríamos por ella, al menos una temporadita.
Un abrazo y suerte, Liliana
Gracias Ángel, me apetecía hacer un micro un poco optimista ya que esta temática, la de los animales, no sé por qué, parece que invita al pesimismo.
Muchas gracias por comentar y feliz verano!
Sana convivencia, nunca mejor dicho/titulado, ¡qué placer de relato, Lili!
Abrazo
Muchas gracias Aurora, por leer y comentar. Quién sabe, igual en el futuro tendremos que adaptarnos a la vida de Tarzán 🙂
Un abrazo,
Me encanta esa vida bucólica, alejada, por un tiempo, de los humanos. A excepción de comer larvas, ya sean de escarabajo o de cualquier otro bichito. Aunque sé que es el futuro, todavía no estoy preparada. O igual me los estoy comiendo sin saberlo…
Un abrazo y suerte.
Yo tampoco estoy preparada, Rosalía, para la ingesta de gusanos ni de bichitos, aunque ya se está viendo una tendencia. Los animales fueron los primeros en aparecer en este mundo y creo que serán los últimos en abandonarlo. Así que quizá sea una situación que se dé, de aquí a muchos muchos años, aunque bueno, todo depende de con qué rapidez nos destruyamos entre nosotros 😉
Un abrazo y feliz verano!