84. SARA
Con Sara todo era más fácil. A él me cuesta más entenderlo. Cuando Sara volvía llorando del colegio intentaba descubrir lo que le preocupaba hablando mientras tomábamos el té con sus muñecas aunque las odiara. ¡Como me gusta decir su nombre! Sara, Sara, Sara, no me canso de decirlo, lo gritaría ahora si pudiera. Pero él es más callado. Se encierra en su cuarto nada más llegar del instituto y cualquier intento de conversación acaba en monosílabos y un portazo. Ahora viste camisetas holgadas y chaquetas con capucha. Y esa actitud tan desdeñosa que en ocasiones me avergüenza no puedo soportarla. Será una etapa, algo normal que ocurre con la edad me dicen, pero noto que no nos entienden. Ahora parece que hablamos idiomas distintos. Siendo Sara nos entenderíamos, seguro. No me hago a la idea que ya no esté con nosotros y que sea otro quien ocupe su lugar. No tengo tan claro que la terapia nos ayude a superarlo. Espero que el psicólogo tenga razón cuando nos garantiza que todo mejorará cuando aceptemos que nuestra Sara ahora es un chico y que se llama… todavía me cuesta decir su nombre.
Dura historia. Esperemos que la familia pueda enderezar ese final tan incierto. Un abrazo y suerte, Germán
Gracias Isabel por desearme suerte. Por desgracia todavía hay historias como ésta aunque hoy ya lo vamos superando.