89. Segundas partes…
El Titanic II esperaba en el puerto, indiferente a los malos augurios. Quien decidió ponerle nombre a aquel mastodonte marino sabía que solo los menos supersticiosos osarían emprender aquel viaje. Tendrían que alcanzar un destino que había quedado varado en el tiempo. Algunos, como Miguel, pretendían demostrarse a sí mismos que existían las segundas oportunidades con final feliz. Su matrimonio, esa frágil nave que había zarpado diez años atrás, hacía agua, y estaba a punto de irse a pique. Con la esperanza de poder reflotar la pasión perdida, decidió ofrecerle a su desencantada esposa una metáfora de su propia vida en forma de pasajes de embarque. Eligió un camarote con el día de su aniversario, un once de mayo grabado en su memoria como el más feliz de su existencia, y, como un adolescente enamorado, esperó en la habitación a que ella llegara. Nunca lo hizo.
Nadie la vio descender por la pasarela y abandonar el barco; pero es imposible ignorar que los acontecimientos siempre van encadenados, y, mientras una profunda grieta rasgaba el corazón de uno de los pasajeros, un fallo de soldadura abría una descomunal vía de agua en la bodega del trasatlántico.
Es precioso, no me extraña todo lo que ganas últimamente, y cosas de la literatura: Hace poco escribí uno en el que coincido en alguna expresión y en parte del tema. Ahora al leerte siento que me salió bien pues coincidir en algo contigo es un éxito jeje.
Sin ser supersticiosa, cuando leí «Titanic II», en mi fuero interno pense ¡Mmmmmmmhhhhh!… ¡Pobre hombre y pobre mastodonte marino, «enyetados» desde el inicio!… No por nada se dice lo que se dice de las segundas partes, empezando por las de las películas del cine 😉 Muy bueno el correlato entre las dos grietas. Me gustó mucho, MARÍA.
Cariños,
Mariángeles
María, cuantas coincidencias relatas, con destreza, para que ese final no pudiera ser feliz. Suerte y saludos
La grieta debió ser profunda, ciertamente…Buen relato. Un saludo.
Dicen que las segundas partes nunca son buenas, pero tu relato es la excepción que confirma la regla. Ese final paralelo de grietas rasgadas, me encanta.
Un beso Maria
Ese hundimiento de tu protagonismo fue debido también al hielo. Buenas metáforas.
Me he roto, como el corazón y como el barco. Dos naufragios duelen más que uno.