03. SENSACIONES (Ángel Saiz Mora)
Onofre y yo hemos despistado a la muerte, pero el tiempo siempre se cobra un precio. A mí me ha dejado sin oído, quizá por eso vivo de añoranzas, que afloran en cuanto pueden. Esta joven me recuerda a mí muchos años atrás. Tuve su mismo oficio. Han debido de advertirle que es inútil decirme nada. Si fuera posible, conversaríamos. Creo que se limita a sonreír, aunque no pueda ver su boca. Con los ojos le transmito que me cambiaría por ella, a pesar de que la protagonista parece que soy yo.
Noto cómo se ríen todos. Onofre ya habrá soltado alguna de las suyas cuando hay chicas delante. No se le puede reprochar y nunca tiene mala intención. Seguro que a él también le vino a la cabeza la enfermera que una vez tuvo que curarle un brazo y con la que ha cumplido bodas de platino.
Mi carne flácida apenas nota la aguja. Hay pinchazos peores. Por un momento me entristezco. Los recuerdos son armas de doble filo: Félix, Pilar, Eugenio, Carmen, Mercedes, Tomás, Santiago, Antonio y Angelines.
Flashes de cámaras, batir de palmas y titulares:
«Adela, la primera vacunada de la residencia y de la región».
Hola, Ángel. Feliz año. Emociones encontradas es lo que debe sentir Adela (y nosotros también al conocer sus pensamientos) y otros tantos en parecidas circunstancias: por un lado la tristeza por la falta, desgraciadamente adelantada, de sus compañeros de vejez y vida y por otro la esperanza o al menos la «aceptación» de que un par de pinchazos podrán, en parte, suponer una pizca de liberación a la hora de afrontar con más tranquilidad sus últimos años, sin un temor permanente añadido a las dificultades de su estado. Y dejemos que Onofre siga con su alegría, todos saldrán ganando. Buena historia para iniciar el año, Ángel. Saludos.
Los ancianos han sido testigos de muchas cosas y, aunque sea duro decirlo, han visto morir a mucha gente. Cada vez hay más muescas, y no solo referidas a las arrugas de la piel. Pero siempre hay también algún motivo para seguir existiendo. Tener cerca personas alegres como Onofre siempre es de agradecer.
Muchas gracias, Jesús. Saludos y abrazos
Una historia tierna de la más cercana realidad. Seguro que los pensamientos de Adela serán muy similares, el recuerdo de los que se fueron llenan las horas de los supervivientes. Me ha encantado.
Si cada anciano y anciana que estos días son vacunados tuviesen oportunidad, nos contarían muchas historias de las que podríamos aprender, que superarían con creces esta ficción o cualquier otra que se nos pueda ocurrir.
Que sean objetivo de atención prioritaria es lo menos que se merecen después de tanto sufrimiento.
Muchas gracias, Paloma.
Un abrazo y feliz año
Feliz año, Ángel, lo primero. Tu relato refleja como un espejo la situación que están viviendo muchos mayores en las residencias. Adela y Onofre han tenido más suerte que otros compañeros que han muerto antes de llegar la tan ansiada vacuna. La anciana se sabe protagonista al ser la primera vacunada, pero siente añoranza al contemplar a la enfermera, que posee la juventud y profesión que también ella tuvo, pero que luego la vida le ha quitado. Se cambiaría por ella… ¿Quién no ha soñado con apretar un botón y retroceder en el tiempo? «Los recuerdos son un arma de doble filo», piensa Adela. Totalmente de acuerdo, pero al menos son la constancia de que has vivido. Luego, la perdida de oído, tan común en muchos mayores, les aísla haciendo todavía más triste la situación.
Onofre no ha perdido su sentido del humor y picardía, seguro que le ayudan a tirar para adelante.
Un micro que habla de añoranza, tristeza y también de esperanza. Confiemos que esta última vaya tomando cada vez más fuerza en este año que comienza. Suerte y un abrazo.
La vida desgasta muchísimo. Deja cicatrices en el alma, tantas más cuanto más tiempo transcurre. Por muy bien que nos conservemos nuestro cuerpo, como máquina biológica que es, tiene una caducidad y algunos componentes comienzan a funcionar peor o dejan de hacerlo. La nostalgia por lo perdido es inevitable en la Tercera Edad. La esperanza y el buen humor, positivas en cualquier época de la existencia, son un tesoro cuando más años se acumulan.
Acabamos de comenzar un año de esperanza después de tanta incertidumbre y tantas malas noticias. Con eso debemos quedarnos.
Mil gracias, Juana. Otro abrazo para ti
Ángel, feliz año! Una historia muy de actualidad, tierna y melancólica. Está muy bien contada, los recuerdos enlazados de manera que fluye. Has conseguido un gran relato para empezar 2021. Enhorabuena y suerte! Un abrazo
De tristeza, melancolía y preocupaciones hemos andado sobrados durante un año. Esperemos que el nuevo, sin que le exijamos ser perfecto, que nunca lo podrá ser, sea infinitamente mejor.
Muchas gracias por leer y comentar, Marian.
Otro abrazo y muy feliz año
A la burbuja de silencio en la que vive inmersa Adela, se le suma esa mudez impuesta por el barbijo, que la aísla aún más. El pinchazo de la aguja de la vacuna contra el coronavirus, que recibe antes que ningún otro anciano en la residencia, la inmuniza y le aguijonea la nostalgia por su profesión de enfermera y la tristeza por todos los amigos que el virus le ha arrebatado: comparado con eso, los flashes y la noticia de «la primera vacunada de la residencia y la región», se reducen a la misma nada.
Un micro que explora todas las sensaciones: las personales, y las del momento que el mundo hoy vive.
Sin importar el tono o el tema, leerte siempre es un placer, ÁNGEL querido.
Un beso grande,
Mariángeles
El placer para mí es que personas como tú, bien leídas y formadas, capaces de generar las mejores letras, utilicen parte de su valioso tiempo en leer mis historias.
Los sanitarios y otros profesionales han sido unos héroes generosos. La prudencia de gran parte de la población también se debe destacar, pero el sufrimiento de los más mayores, de una generación que, como se ha dicho, dieron mucho y han recibido poco, merece todos los homenajes que sepamos hacerles.
Mil gracias, Mariángeles.
Otro beso para ti
Una historia de mucha actualidad. Los ancianos residentes en residencias lo han tenido y siguen, pasándolo muy mal. Han visto irse a muchos, les han aislado sin apenas contacto con el exterior… Tristeza y añoranza.
Muy buen micro Ángel.
Un saludo y feliz año.
Una historia basada en la actualidad, como bien dices, que por naturaleza es algo cambiante. Dentro de poco se nos olvidará que las vacunas comenzaron, con mucha justicia, por ellos, igual que los aplausos a los sanitarios ya parecen historia, por desgracia. Quienes tanto han dado y sufrido merecen alguna constancia de todo lo que les debemos.
Muchas gracias, Blanca.
Saludos y feliz años
Gran relato para empezar un nuevo año después de dejar atrás otro lleno de “pinchazos”. Adela recuerda su vida en un momento en la que es, sin quererlo, protagonista excepcional. Añora lo bueno y se entristece por las pérdidas. Pero en el relato se respira la vitalidad de la protagonista, aunque haya tenido que pagar un precio. Será por su energía interior y porque nunca ha estado sola. El final nos desvela el secreto del momento… y nos da la oportunidad de reflexionar sobre el trato a nuestros mayores en un momento en la que muchas heridas aún están sangrando.
Enhorabuena, Ángel.
Un abrazo, feliz año y mucha suerte.
Cuando aplaudíamos en los balcones, con todo merecimiento, a los sanitarios, pensábamos que esta guerra (porque lo es) contra un enemigo singular e implacable, nos iba a unir a todos, que íbamos a aprender mucho. Por desgracia hay grandes dudas para poder afirmar eso. No hay más que ver a algunos políticos, que en lo menos que piensan es en el bien común, que es para lo que se les paga y para lo que todos estamos un poco en el mundo, digo yo.
Los ancianos han sido los grandes damnificados de toda esta locura. Esta historia es una ficción, pero seguro que hay cientos de grandes historias verdaderas que nos conmoverían, pero como las cosas que merecen la pena, no saldrán a la luz. La prioridad en la vacunación ha sido un paso importante y un reconocimiento justo. Ya solo queda el respeto general que merecen.
Muchas gracias, Josep Maria.
Feliz año
La vejez insufla serenidad, y puedes ver la vida con la perceptiva de la felicidad y las cicatrices. La protección a Adela y demás ancianos es la protección a su legado y una vacuna de dignidad para esta sociedad tan falta de valores. Me ha gustado mucho, Ángel. Un abrazo y feliz año.
Me ha gustado tu expresión «vacuna de dignidad», no puede ser más apropiada y justa para las personas que tanto nos han dado y tanto han sufrido.
Muchas gracias, Salvador.
Otro abrazo para ti y feliz año
Nostalgia y tristeza no le falta a tu micro, como se nos pide, además de la sensibilidad personal que es tu sello. Precioso y entrañable.
Suerte y felicidades.
Besicos muchos.
Sé que soy poco original y que todo pasará, somos de fácil amnesia. Pero los ancianos que tanto dieron y tanto han perdido en este tiempo, a quienes, en justicia, se está vacunando primero, merecen por parte de todos un reconocimiento. Yo lo hago de la única manera que creo que sé. Espero que no se nos olvide nunca, tampoco a mí.
Muchas gracias, Nani.
Besos
Relato de actualidad, con carga de nostalgia. Muy buena propuesta. Nuestros mayores arrastran mucha tristeza y nostalgia, a veces en esas residencias, ni siquiera pueden compartirlas. Suerte y un abrazote, Ángel.
Una actualidad en la que llevamos sumergidos largo tiempo y no tiene visos de terminar en breve. Los ancianos, más maltratados que nadie por un enemigo invisible y microscópico, junto a los sanitarios, luchadores en primera línea. Todo ello aparece en esta pequeña historia, como bien dices, que agradezco mucho que hayas leído y resumido con tu visión siempre interesante y lúcida.
Gracias de nuevo y te deseo lo mejor en el nuevo año.
Un abrazo
Hola Ángel. Una maravillosa mezcla de tristeza, melancolía y humor. Un micro muy agradable. Suerte y feliz año.
La tristeza y la melancolía quizá sean inevitables, puede que hasta necesarias. El humor más parece una opción, con la virtud de curarnos del exceso de las primeras.
Me alegra que te guste, Rafael.
Gracias y feliz año
Precioso y entrañable viaje al interior de estas personas que a veces podrían parecernos la misma y que, sin embargo, guardan una larga y valiosa vida, única e irrepetible, aunque ahora solo se les manifieste a través de recuerdos y emociones, sensaciones que interactúan con un presente degradado por las circunstancias físicas, enriqueciéndolo con su frescura. Acertadísima forma de hacernos empatizar con ellas y de rendirles homenaje. Enhorabuena, Ángel y mucha suerte con él. Un fuerte abrazo.
El entrañable Pepe Isbert, el abuelo de «La gran familia», decía que a cierta edad la gente es «un cero a la izquierda». En esta sociedad que solo aprecia la juventud y la inmediatez, que tiene tan poca o nula memoria, la gente mayor pasa al último plano, cuando no se les considera gravosos, como si no hubiesen contribuido a llegar a donde hemos llegado y a merecer el respeto de todos.
Me apetecía escribir este relato.
Muchas gracias, Enrique.
Otro abrazo fuerte para ti.
Ángel, feliz año cargado de salud. Tu cuento desprende sensibilidad y ternura por todas sus letras, seguramente porque eres así, y porque sabes contar una y mil emociones y hacérnoslas llegar. Gracias, Suerte y abrazos
A veces también me salen historias durillas, no creas. Posiblemente influya el estado de ánimo. Siempre hay algo de nosotros en lo que escribimos, unas veces más y otras menos.
Gracias por leer y comentar, Calamanda.
Abrazos
Sentimental, emocionante y de rabiosa actualidad. Tan perfecto como siempre.
Una actualidad que, como todo, se nos olvidará, pero el respeto a los mayores no se nos debería de olvidar nunca.
Muchas gracias, Edita.
Un abrazo
Qué gran sensibilidad, Ángel. Muy oportuno tu texto, pero además, trasciende el momento histórico. Muy bonito.
Las historias son hijas de la época en la que se crean. El tiempo, juez eficaz, transcurrido un lapso razonable, siempre acaba por decir si aún consiguen transmitir algún mensaje a quien las lee.
Me alegra que te guste, Toti.
Gracias y un saludo.
No hay nada que me enternezca más que las sensaciones de una persona que ha vivido una larga vida y que, con la sabiduría que dan los años, sabe analizarlas y expresarlas como nadie. Coges un tema de máxima actualidad para regalarnos un viaje por el interior de Adela, que repasa una y otra vez su pasado, y lo que haría si creyera que estos tiempos también son su presente.
Tienes una sensibilidad especial para escribir, y sabía que, como tantas veces, con este tema te ibas a lucir. No me he equivocado. ¡Qué placer leerte, amigo! Tienes la capacidad de mostrarnos una imagen clara con tus letras, y ahí me he quedado yo, mirando los ojos de Adela y escuchando lo que me transmiten.
Enhorabuena por este gran relato, Ángel, y mucha suerte.
Cuánto tenemos que aprender de las personas mayores, al igual que ellos, también, de las nuevas generaciones. Nos necesitamos unos a otros para complementarnos, ahí reside la riqueza y los ancianos tienen mucho que aportar. Aunque a veces parezcan retirados, como si no contasen, fuera de todos los juegos. Hay valores que no varían sea cual sea el momento histórico y sus circunstancias. Por suerte, siempre habrá Adelas y Onofres de los que tomar ejemplo.
Mil gracias, Pablo
Un abrazo
Hola, Ángel
Un relato actual a más no poder, muy bien traído. No quiero imaginar, aunque puedo, lo triste que está siendo todo esto en las residencias de mayores.
Las personas de edad avanzada, sin lugar a dudas, merecen toda nuestra atención y empatía, creo que se lo tienen bien ganado.
Un abrazo y mucha energía positiva, admirado tocayo.
Dicen que de todo se aprende, hasta de las catástrofes. La pandemia lo ha sido y continúa siéndolo. Los más vulnerables, quienes nos precedieron, que tanto han sufrido y a los que mucho debemos, han sido las víctimas principales, a menudo sin familiares que les pudieran acompañar ni despedir como merecen.
Me apetecía escribir sobre ello. Porque luego se nos olvidará. Pero al menos en este momento, con la prioridad en la vacunación, se les está haciendo justicia.
El final de la vida, con las facultades disminuidas y pérdida de seres queridos añadida, siempre es triste. Deberíamos hacer que lo fuese un poco menos, no solo por altruismo, también pensando en que, salvo incidente que lo anticipe, muchos llegaremos a ese estado.
Mil gracias, tocayo. Para admiración la que yo te tengo.
Un abrazo
Nuestros ancianos además de sabiduría, por su larga sabiduría en la universidad de la vida, nos inyecta una vacuna de valor y confianza hacia la ciencia ¿ Quien no ha dudado aunque sea un poco de los efectos negativos de seta vacuna?
Como siempre, entre otras cosas tu abordas como nadie esta actualidad.
Abrazo fuerte.
La vacuna parece que es la única esperanza para reflotar un mundo que se ha detenido, cuando no, en el caso de muchas personas, ha tocado fondo. Mayoría son los ancianos, como bien dices, demuestran ser verdaderamente sabios, de ahí que confíen en la ciencia y no duden en ser los primeros en recibir esa inyección, llena sin duda de ganas de recuperar esa verdadera normalidad que tanto añoramos.
Gracias por leer y comentar, Juan Antonio
Otro abrazo grande para ti
Llegar a vieja (más vieja) esquivando a la muerte aunque tenga que pagar un precio…-pequeñito, eh?, no nos pasemos-, me apunto ahora mismo.
Nos traes un relato muy actual, qué penita que hayas tenido que llenarlo con cosas tan tristes.
Te devuelvo la visita, espero perdones mi retraso, pero hoy era el día, de ponerme al día.
Un besote muyyy grande, Ángel.
Suerte y salud, mucha salud.
Como me consta que eres mujer sabia, voy a seguir tu misma pauta: yo también me apunto si el precio, inevitable, no es grande. En esta pequeña historia, como en la vida misma, hay tristeza y nostalgia, que conviven y se alternan con otros sentimientos más animosos. En ese equilibrio nos movemos, aunque en tu caso la alegría está muy presente, y además es contagiosa, más que el dichoso virus.
Agradecidísimo de que me leas y comentes sea el momento que sea.
Un beso y mucha salud, Rosy
Bueno Ángel, aquí estamos de nuevo. Tan prolífico como siempre aquí y allá, cosa de lo cual me alegro muchísimo.
El tema de tu relato, aunque está en la cresta de la ola, pero yo he reparado más en el entorno y en la nostalgia de quién lo relata. Me ha gustado el tono y, aunque hay un punto de nostalgia y de tristeza, también está la esperanza muy presente y eso es lo que más me ha gustado de todo.
Deseo que sigas dejando tus micros de todos los colores y temas porque desde luego, eres un brazo de mar.
Suerte y felicidad para ti y sobre todo, mucho entusiasmo para seguir con tus proyectos. Un abrazo Ángel.
Actualidad, nostalgia y tristeza y, como bien dices, también esperanza y ganas de vivir, a cada cual durante el tiempo que le quede, que no sabemos cuánto será.
Seguiremos viviendo, leyendo, escribiendo y aprendiendo.
Muchas gracias, Mercedes.
Un abrazo
Un relato triste que enlaza con la realidad, por fortuna deja un resquicio a la esperanza.
Muy bien construido.
Suerte con el.
No se le puede negar tristeza al relato, además de nostalgia, pero como bien dices, no todo son tinieblas. La protagonista no es la joven que fue, pero ha tenido un momento de gloria al ser la primera vacunada de la región, también tiene a Onofre, con su humor a prueba de bomba. La propia vacunación es en sí una esperanza, la que todos tenemos para empezar a sacar un poco la cabeza del agua.
Gracias, Yolanda. Un abrazo
Muy actual tu relato y bien narrado.
Un abrazo, Angel
Actualidad no se le puede negar. El tiempo dirá si contiene también algún elemento que pudiéramos considerar intemporal.
Gracias por leer, M.Carmen.
Otro abrazo para ti
Tu relato rebosa empatía con los más afectados por la pandemia. Lástima que no haya perdido vigencia, seguimos en la cresta de no sé qué ola. Esperemos que las vacunas respondan a las expectativas y sean el agua de mayo. Entretanto nos mantendremos en la esperanza que destila tu relato.
Mucha suerte y un abrazo.
Es así. Aun con dudas, retrasos o altibajos, las vacunas son la única esperanza para poder recuperar eso que hasta hace un año llamábamos normalidad, de la que disfrutábamos sin sospechar siquiera que iba a desvanecerse, en medio de una crisis económica tremenda, con pérdida de vidas, limitaciones y gran incertidumbre. Saldremos de ésta, con paciencia y, sobre todo, esperanza, que nunca falte.
Muchas gracias y un abrazo, Francisco Javier
Ángel, la vejez es pura tristeza, tristeza por la vida que fue, tristeza por el futuro que no vendrá. Muy bien hilvanado con la situación que vivimos… Hartazgo, nostalgia. Suerte.
Tristeza, hartazgo, nostalgia y vejez, un cóctel que, como bien dices, se ha combinado con una realidad implacable para crear un caos casi perfecto. En estos tiempos y en esta etapa vital conservar la alegría como hace Onofre es digno de admirar, también el buen sentido de Adela y su lucidez.
Gracias por leer y comentar, Mar.
Un abrazo
Tierno y conmovedor. Has logrado un relato agridulce donde se dan la mano la tristeza, la esperanza y la lucha por la vida. Mucha suerte y un abrazo, Ángel.
Tristeza, esperanza, lucha y alegría, otra cosa no es la vida.
Muchas gracias por leer y comentar, Concha.
Un abrazo
Un relato de rabiosa actualidad. Me ha sorprendido que apareciera el nombre de «Onofre», no demasiado frecuente, aunque es el patrón de mi ciudad.
Mucha suerte, Ángel.
Besos apretados.
Onofre es un nombre que no creo que se le ponga hoy día a muchos niños. Quienes lo llevan, en su mayoría, ya deben de haber cumplido bastantes años, por lo que son, como los personajes del relato, unos supervivientes, al tiempo y a las vicisitudes.
Muchas gracias, Pilar
Besos