SEP123. NEWTON COMPRENDE LA GRAVEDAD DEL ASUNTO, de Ignacio Feito
Sentado a la sombra de un fresno de Lincolnshire, Newton anda releyendo el drama del paraíso y sobre el versículo 2.23 o 2.24 el sueño lo vence poco a poco y se le nubla la vista.
Lo justo para soñar con Eva desnuda y la manzanita que le tiende al bárbaro toda redondita, asadita con caramelo de ese que emboba la lengua y embadurna la glotis, para entonces el bestia abrasado ya se le abalanza.
Entonces Newton percibe las masas de los dos cuerpos que se atraen entre sí, la escasa distancia entre ambos, percibe incluso el vector unitario que indica la dirección del movimiento, todo de carne palpitante.
Y entre sueños se percata de que la fuerza que ejerce una masa Adán sobre otra masa Eva es directamente proporcional al producto de las masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa.
Siendo G el punto de ella que es constante y desconocido.
Ellos se dormirán, se despertarán, se aburrirán y se alejarán finalmente del árbol de la ciencia indocumentados, ignorados, comerciantes, oficinistas, diputados.
La verdad es que Newton quedóse dormido y a la ensoñación llamaron luego observación.
Como fruta madura, decía el muy tunante.
¡Pero qué inspirado estás, Ignacio! Vaya cuento más chulo. Aunque me temo que el mejunje que se traían entre manos esos dos era más instintivo y menos medible. Me encanta el final, desde «ellos».
Muchas gracias, Susana. En realidad, se trata de los extraños vericuetos de la mente de Newton, tantos años en el Trinity College, ay…
Un relato muy original. Me ha gustado mucho.
Muchas gracias, Ana, uno honor
Gracias, Ana, y nosotros viéndolo todo
Me gusta mucho más esta versión literaria de la historia que la oficial. Con lo fácil que sería estudiar ciencias si nos las explicaran bien 🙂
Muy ocurrente y muy bien escrito. Me ha encantado.
Un saludo
Muchas gracias, Nieves
Ignacio, la Enciclopedia Británica en 200 palabras, pero lo del punto G constante, no me ha quedado claro.
Un abrazo
Epífisis, en realidad no puede quedar claro porque se trata de una magnitud inasible a la que solo cabe aproximarse de modo empírico (aunque algunos o algunas dicen lo contrario). Un abrazo
Ignacio, lo de inasible ¿ es, no meter mano ? y lo de aproximarse de modo empírico es ¿ restregar la cebolleta ?,
creo que quiero y necesito un poco de polémica porque esto está un poco soso.
Un poco de seriedad.
Con permiso de Ignacio, te diré, Epífisis, que en el contexto que sugieres se trata de sexo tántrico. Lo inasible, lo empírico… Es un poco como el pilates: relajación, respiración, comunión, etc, y a lo último el postre, que es lo de menos por cierto. Lo de más es la práctica, dicen.
Un abrazo a los dos.
Bien dicho, Susana, si acaso yo añadiría al final del ciclo la penitencia y la extremaunción, que suelen presentarse a partir de ciertas edades cuando de estas lides se trata.
Besos
Epífisis, para estas afirmaciones te estas basando en la Vulgata y eso son palabras mayores
Ignacio, ya estamos con la edad, ahí hemos topado con la cruda realidad.
Dos rosarios de penitencia y a otra cosa.
Un abrazo
Qué bueno Ignacio, y es que Newton supo lo que se hizo con el provecho que le sacó a su sueño, ya lo creo.
Me gustó mucho tu relato. Saludos y suerte.
Muchas gracias, Yashira, hay gente que se acuerda muy bien de lo que sueña.
Un relato muy imaginativo… aunque quién sabe si no es así en verdad cómo ocurrió.
Un saludo.
Cielos!!! a mi no me enseñaron nada de eso en clase de física. Me gusta mucho más tu versión.
En serio, ¡Qué maravilla de micro si señor!!! a mi también me gusta mucho escribir cosas mezclando las mates, físicas y demás tecnologías, artes etc … me ha encantado y me quito el sombrero y encima es que me he reido mucho. El título es maravilloso. Pero… puede que Eva desconozco el punto G, pero ya te digo yo que lo de constante…
Muchas gracias, María, es un honor que te guste.
A lo mejor, lo que quería decir Newton con lo del G es que había que ser constante, dale que te pego, a ver…
Besos
ah claro, es que este Newton era un auténtico genio. Lo dicho un mivro genial, en mi humilde opinión…
Un relato divertido y original, Ignacio. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.