SEP130. EL PESQUISIDOR, de Jose Vicente Pérez Bris
Olmedo fue un gacetillero sin escrúpulos. Desde su famosa columna periodística, “El Pesquisidor”, atacó a personajes públicos de la ciudad. Difamaba a políticos, actores, gentes del mundillo rosa o de la televisión.
Sus víctimas también eran abogados, promotores inmobiliarios o grandes chefs.
La estrategia estaba sutilmente programada. Primero, arrastraba su prestigio y honorabilidad por los suelos. Luego, les hacía chantaje, amparado en su poder mediático.
Cuando iban cayendo, como fruta madura, pagaban la extorsión y el columnista les iba devolviendo la credibilidad con cuentagotas. Su tira se convirtió en un péndulo entre la difamación y la verdad.
Se enteró de que un famoso chef andaba retrasado con los pagos. La reforma del restaurante, un figón de lujo situado en el centro, estaba acumulando facturas impagadas.
Olmedo, viendo su oportunidad, se citó con el restaurador. Le propuso un trato: un veinticinco por ciento del negocio, a cambio de buscarle tres inversores que pagaran las minutas.
Acuciado por los acreedores, el cocinero aceptó la sociedad. Los financieros no eran hermanitas de la caridad, precisamente.
“El pesquisidor” cometió su primer error en muchos años. Descubrió tarde que uno de los promotores era un mafioso.
El final de la historia está aún abierto.
Pues entrando la mafia en ello, creo que el final no me resulta halagüeño, ojalá me equivoque y tenga suerte. Al igual que te deseo suerte con tu relato Jose Vicente.
Un saludo,
Menudo elemento el Olmedo ese, yo no le quiero.
Un abrazo
Quien a hierro mata a hierro muere. Suerte.
Muchos Olmedos hay por ahí sueltos, por desgracia. A este le deseo, por su bien, que el fin del relato siga abierto muuucho tiempo. Ya nos irás contando 😉
Mis pesquisas me llevan a pewnsar que el protagonista esta en lugar cerrado con malvas en la parte superior… la avaricia que rompe el saco, si al final todos los gacetilleros de medio pelo caen…