Ella, desnuda en el labrado lecho, lo estrangula con el único hilo que no tejió en sus días de insoportable soledad: “Tú no eres el padre. En realidad, Telémaco es hijo de Homero”.
¿Qué decir, Ana, si en efecto, como me adelantabas al comentar mi micro, «este mes hemos andado tú y yo por una línea de pensamiento ligeramente similar»…? Pues eso, que los ‘hilos’ de la fantasía parecen llevarnos a todos hacia la misma Penélope. Enhorabuena por tu micro, y toda, toda la suerte. Un abrazo.
Curiosa lectura, Ana, en la que la rebelión de los personajes convierte al autor en uno de ellos. Una vuelta de tuerca a las instancias narrativas. Muy bien. Juan M juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Yo creo que Penélope pasó tanto tiempo sola criando a su hijo e intentando librarse de los pretendientes que quería vengarse de Odiseo, y nada mejor para eso que decirle la verdad 🙂
Buenísimo. Un tío fértil este Homero, eso no lo dudábomos, tampoco que Telémaco fuera hijo suyo, pero que Penélope lo confesara, apretando el hilo de la verdad en la garganta del debilitado Ulises… Uff, sencillamente perverso. Enhorabuena y mucha suerte. Un beso.
La verdad es que cuando escribí «estrangula» no estaba pensando en que lo mataba, sino más bien en un sentido figurado, como que él se queda mudo al oirlo, que no puede articular palabra. Pobre, no lo vamos a matar después de los veinte años de desgracias, ¿no? Como decía el chiste, muerte no, sólo un poco de mayuyu.
Me ha gustado mucho Ana, más que hilo suelo me ha traído la sensación del «cabo Suelto», jajaja. Y es que tanto tiempo sola era víctima fácil de Homero. Suerte con el relato me gustó.
Moira asesina, si me cruzo contigo entre batallas de Cartagineses y Romanos no pienso saludarte, por si acaso… Es broma, sé que tu Penélope no terminó de cerrar el lazo, ¿verdad?
Norma número 1: no confundir al autor con el protagonista. Puedes saludarme sin ningún peligro 🙂 En cuanto a la pregunta, te la tiene que contestar Penélope, porque yo no estaba, así que no sé lo que hizo al final.
Una visión de Penélope que parece poner los puntos sobre las íes, que ya era hora. Nunca me creí esa descripción de la mujer paciente y sufridora con la que quiso confundirnos Homero, quizá porque no quería hacerse cargo de su hijo. Me gusta el humor que transmite tu relato, Ana. Un abrazo.
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Sensacional…
Mucha suerte
Para que más, Ana…menudo remate has dado a ese hilito suelto. Fantástico. Suerte.
¿Qué decir, Ana, si en efecto, como me adelantabas al comentar mi micro, «este mes hemos andado tú y yo por una línea de pensamiento ligeramente similar»…? Pues eso, que los ‘hilos’ de la fantasía parecen llevarnos a todos hacia la misma Penélope.
Enhorabuena por tu micro, y toda, toda la suerte.
Un abrazo.
Me encanta Ana. Una Penélope inusual sin duda. Un abrazo
Lo que le faltaba oír al sufrido viajero. ¡Estupendo relato!
Felicidades.
Hola Ana. Muy ajustado y muy certero para el tema. Me gusta el humor seco que transpira. Suerte.
Penélope reclamando su sitio, me gusta. Suerte y un saludo.
Ana, esta Penelope es de armas tomar; aunque tiene razón en eso de la paternidad. Bien hilado. Suerte y saludos
Me has hecho sonreír con esta Penélope adúltera, pero, claro, quién se podía resistir a Homero…
Muy simpático, Ana.
Un beso.
Curiosa lectura, Ana, en la que la rebelión de los personajes convierte al autor en uno de ellos. Una vuelta de tuerca a las instancias narrativas. Muy bien.
Juan M
juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
De armas tomar aunque solo fuera con un hilo.Original Penélope
Suerte y recibe mi saludo.
Contundente tu Penélope. Un saludo. Gloria
Lo bueno si breve a veces ,no es tán bueno-suerte Héctor
Me gusta esta Penélope. Vaya vuelta que le has dado a la historia, ¡estupenda!
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Yo creo que Penélope pasó tanto tiempo sola criando a su hijo e intentando librarse de los pretendientes que quería vengarse de Odiseo, y nada mejor para eso que decirle la verdad 🙂
Me gusta este relato especialmente por la paternidad de Homero. Muy bien traído, sin él ninguno existiría. ¡Suerte!
Saludos.
Muchas gracias, Beto. La verdad es que sí, Penélope sólo se dio cuenta de lo evidente. Saludos.
Buenísimo. Un tío fértil este Homero, eso no lo dudábomos, tampoco que Telémaco fuera hijo suyo, pero que Penélope lo confesara, apretando el hilo de la verdad en la garganta del debilitado Ulises… Uff, sencillamente perverso.
Enhorabuena y mucha suerte. Un beso.
Muchas gracias, Juancho.
Ahora entiendo eso del hilo que separa la vida y la muerte…cuanta contundencia en tan pocas palabras!!
La verdad es que cuando escribí «estrangula» no estaba pensando en que lo mataba, sino más bien en un sentido figurado, como que él se queda mudo al oirlo, que no puede articular palabra. Pobre, no lo vamos a matar después de los veinte años de desgracias, ¿no? Como decía el chiste, muerte no, sólo un poco de mayuyu.
Me ha gustado mucho Ana, más que hilo suelo me ha traído la sensación del «cabo Suelto», jajaja. Y es que tanto tiempo sola era víctima fácil de Homero.
Suerte con el relato me gustó.
http://montesinadas.blogspot.com.es/
Pues sí, eso de que veinte años no es nada es cosa de canciones nada más. Y los poetas tienen su aquel.
Gracias por pasarte a comentar.
Moira asesina, si me cruzo contigo entre batallas de Cartagineses y Romanos no pienso saludarte, por si acaso…
Es broma, sé que tu Penélope no terminó de cerrar el lazo, ¿verdad?
¿No…?
Norma número 1: no confundir al autor con el protagonista. Puedes saludarme sin ningún peligro 🙂
En cuanto a la pregunta, te la tiene que contestar Penélope, porque yo no estaba, así que no sé lo que hizo al final.
Ataste el último hilo que quedaba suelto y Penélope confesó. Breve, conciso y en el clavo. Me gusta Ana y te deseo mucha suerte para este mes.
Muchas gracias, Laura, besos.
Una visión de Penélope que parece poner los puntos sobre las íes, que ya era hora. Nunca me creí esa descripción de la mujer paciente y sufridora con la que quiso confundirnos Homero, quizá porque no quería hacerse cargo de su hijo. Me gusta el humor que transmite tu relato, Ana.
Un abrazo.