SEP144. NUEVO MUNDO, de Fernando Andrés Puga
Cuando al fin trabaron desde afuera la escotilla hermética de la nave y se dispuso a ingresar en la cámara de hibernación donde permanecería hasta llegar a destino, a Eva le entró la duda. ¿Había cerrado la llave del gas antes de salir de casa?
Una profunda congoja la invadió al comprender que no podría verificarlo. Si alguna vez volvía, seguramente todo habría cambiado y ni siquiera la casa estaría en el lugar donde la estaba dejando. Una lágrima le rodó por la mejilla y mientras se acariciaba el vientre con ternura trató de imaginar un nuevo hogar.
— Bueno — se dijo —. Al menos espero que la vecina haga lo que le pedí y no se olvide de regar los geranios del balcón. ¡Ay! Jamás me perdonaré haberlos abandonado a su suerte.
Fernando, los viajes y todo lo que les rodea; no siempre es fácil controlarlo. Su lenguaje natural y fluido nos toca la fibra. Suerte y saludos
Muy buena la combinación de hechos extraordinarios como un viaje interplanetario con hechos cotidianos que parecen tener una importancia vital. Un saludo. Gloria
En principio en hecho extraordinario dentro de la naturalidad de lo cotidiano, que es lo que llevamos dentro.
Suerte y recibe mi saludo
Gracias muchas por los comentarios y saludos.
Yo he visto a nuestra Eva descendiendo de su nave en nuestra tierra para fundar una nueva estirpe, desmontando la teoría del barro y de la costilla.
Original. Suerte. Un abrazo Fernando.
Gracias, Juancho.
Hay dudas de última hora que te pueden hacer cambiar la vida en un instante, se ve que a la protagonista ya no le quedaba tiempo para volver atrás y la mente le torturaba todo el tiempo pensando si hizo lo que debería haber hecho.
Un saludo
Suerte
Rosa.