SEP15. DEMONIOS, de Alberto Quiles
La oscuridad entraba por la ventana y frente a sí la luminosidad se difuminaba en cuestión de segundos. No hizo falta esperar y, sin fuerzas para defenderse, comprobó como aquella sombra le asfixiaba mientras yacía sobre la cama. No hicieron falta actores secundarios, ni sonidos lúgubres, el silencio y la oscuridad se apoderaban de lo que le quedaba de vida.
Espasmos recorrieron todo su cuerpo y a ello se le sumaron su último hálito y su último latido; la maquinaria dejó de funcionar.
¡Tac, tac! Y su pecho vibró. ¡Tac, tac! Y la electricidad recorrió cada minúscula parte de su cuerpo.
– ¿Por qué he de volver a levantarme cuando mis demonios me poseen una y otra vez? – gritaba aquel infeliz a aquella sombra que se iba alejando – ¡Llévame contigo!
Poco a poco fue recobrando el sentido, hasta que se dio cuenta que se encontraba en una ambulancia.
La próxima vez no usaré navaja – susurró sin que nadie lo notara, aquel hombre que volvía al sueño.
Muy bueno el giro de tu relato…
Suerte!!
María Estévez
Muchas gracias María, me alegro de que te gustase.
Un saludo.
Inquietante relato en esas sombras que asfixian, demonios mentales que perturban la mente.
Suerte y recibe mi saludo
«Sombras que asfixian, demonios mentales que perturban la mente», me parece genial tu descripción sobre mi micro relato en una línea, me alegro que te causase esa impresión, puesto que esa era mi intención.
Gracias y un saludo,
Alberto.
Demoniso interiores, sí. Suerte Alberto.