SEP154. MALA COMPAÑÍA, de Mercedes C. Velázquez Manuel
No vuelvo a mirarle a la cara, me dije. Por dos veces había intentado quedarse en mi compañía, suplicándome que la acogiera, pero no me había dado resultado, no era feliz a su lado.
Andaba yo buscando mi libertad, mi autoestima y mi serenidad y, estar con ella, hubiera supuesto no desembarazarme de sus cadenas.
Quería seguir siendo agradecido a la vida, seguir teniendo buena onda.
Cuando no usaba mi raciocinio, ella era mi peor enemiga, no permitiéndome ser yo mismo. Quería dejar de juzgarme, no reprocharme, ni ponerle asunto a hechos y actitudes del pasado sin angustiarme por el futuro. Ella podía controlar a su antojo parte de mis pensamientos. Por eso mismo me costaba, sobre todo, manejar mis acciones y mantenerlas a raya. Sobre todo cuando me servía como plato diario, entrar en barrena, como si ese alimento fuera a nutrirme, llenando mi existencia…
Marcarme buenos hábitos y metas realizables fue mi estrategia. Dejar de reprocharme actitudes del pasado y tener como certeza una sola cosa: el presente.
Con esta estupenda dosis de serotonina, la que quería permanecer a mi lado de compañera, fue desapareciendo.
Aunque la oiga, internamente y de vez en cuando, tocar a mi puerta…
A ciertas compañías, más vale darles puerta cuanto antes. No interesan, son nocivas, sólo consiguen debilitarnos.
Buen micro que deja la puerta abierta a la interpretación de esa mala compañera. Yo le he puesto un nombre y supongo que cada cual le dará el que su temor le dicte.
Un abrazo.
¡Cómo lo sabes, Isabel! Carpetazo y dejando la puerta abierta al presente. El nombre que le has puesto es justamente el que es. No fallas, amiga. Siempre gracias por comentar. Y un cariño para ti.
A veces conviene alejarse de esas compañías tóxicas, como les denominan los psicólogos, ya que únicamente sirven para debilitarnos. Buen micro. Un saludo. Gloria
Gloria, muchas gracias por tu sabio comentario. Me alegra que te haya gustado . En este caso que nos sirva para fortalecernos. Gracias por venir.Un fuerte abrazo.
Suerte Mercedes… un relato que transmite el encierro en vida y es que las juntas hacen mucho.
Me has recordado cientos de parejas que divorciadas están obligadas a vivir juntos, casi odiándose por la situación económica que no lespermite separarse.
abrazos.
http://montesinadas.blogspot.com.es/
Si, a veces hay más muerte en vida que en la misma muerte… por decir algo comparativo. Y es que la realidad se supera con creces para muchos casos. Te agradezco tu comentario así como tu visita. Un abrazo.
Mercedes, muy reflexivo y con buen ritmo tu micro. Suerte y saludos. Calamanda
Hola Calamanda. Bienvenida a mi relato. Si, me salió algo para pensar o algo para que no quede en el olvido. Me gusta eso de «con buen ritmo». Y gracias por tus buenos deseos que los recibo de corazón. Un buen abrazo para ti.
Ciertamente hay personas que pasan por tu lado y acaban exprimiendo tu energía. Después te dejan como un fardo en la cuneta. Hay que liberarse y librarse.
Suerte y recibe mi saludo
Anna, eso de liberarse y librarse es lo que se debe practicar. Aunque a veces cueste. Todo lleva su reflexión, su puesta en marcha y su práctica. Muchas gracias por tus deseos. También te los envío. Y por supuesto un abrazo.