SEP26. VUELTA AL MUNDO, de Josefa Reche
Cuatro años preparándose para la travesía: consiguió el velero, lo acondicionó, se preparó física y psicológicamente, estudió exhaustivamente las cartas de navegación, aprendió técnicas de pesca ya que el viaje no tendría escalas, adquirió potabilizadores de agua, confeccionó velas de repuesto, aprendió a guiarse por las estrellas por si fallaban los instrumentos y leyó en tres ocasiones la enciclopedia del mar de Jacques Cousteau.
Zarpó el dos de mayo con una confianza ciega en sus posibilidades de llevar a cabo la hazaña. Se sentía como el capitán Nemo. Un auténtico lobo de mar. En el puerto le despidieron como a un héroe. Sintió un orgullo que enardeció su corazón.
Al tercer día de navegación, se produjo el terrible descubrimiento que le hizo desistir de su sueño, que jamás retomó. Lo apuntó en su cuaderno de bitácora: “Cinco de mayo. Compruebo que horror que he olvidado la cerveza, ¡Hala! Pa casa”.
Jijijijiji, tengo un par de amigos… tú también les conoces, ¿eh?
Josefa, buen humor; algunos hombres no son nada sin cerveza; por muy heroes que parezcan. Suerte y saludos
y esa barriguita cervecera que aparece…¡jajajajaja! Una sonrisa me has sacado con tu final. No tiene precio.
Suerte y recibe mi saludo.
Te recuerdo que el agua también se puede beber, para eso llevaba potablilizadores, ¿no? Te dejo un enlace muy interesante sobre «Cómo la cerveza salvó al mundo».
//www.youtube.com/watch?v=ajeOwoqmsxU
Un abrazo.