SEP36. LA MUSA DEL BODEGÓN, de Ricardo J. Gómez Tovar
Se presentó ante él con la plenitud de una fruta madura, alumbrada por encendidos colores perfumados por embriagadores aromas, aunque en el bodegón que reflejaba sus últimos años de vida artística la recordaba mucho más verde. Afirmaba haber venido a quedarse en su estudio, un desangelado cubículo en el que apenas cabía él y cuyos angostos límites no podían tolerar más que aquellos que han nacido con máculas de pintura en la retina. Deslumbró, encandiló, fascinó y cegó con sus múltiples capas de ocre, rojo y granza, sin dejar ni por un instante de mirarle a unos ojos que evitaban la exuberancia de su mirada. Ninguna de estas tretas dio resultado hasta que la recién llegada le descubrió su lienzo. Él se quedó entonces absorto ante aquella naturaleza muerta llena de vida, tan rebosante de madurez en su técnica como en la lozanía de los frutos recreados en la pintura. Buscó ahora la mirada que había evitado, absorbiendo su osadía, esa encarnada y jugosa máscara que aunaba el talento deseado y la inspiración perdida. Después avanzó hacia ella con avidez y le tapó los ojos con una mano. El espejo le vio estampar orgullosamente su firma en la tela.
O soy yo , o se ven dobles intenciones en este relato, doble sentido. Segun mi criterio está cargado de un erotismo filtrado, muy bien filtrado, pero realmente bello. me parece que no se a donde vamos a llegar, este blog está subiendo de nivel y de talento. Gana con los meses .Me ha encantado.
Gracias, Begoña, por leer el texto y pararte a comentar lo que te ha gustado en él. Puede que haya dobles intenciones; con las Musas nunca se sabe … Para mí es un placer participar por tercera vez en este espacio de cultura literaria.
¡Ah, y felicidades por tu hermoso blog, al que me he asomado a través de esa ventana que dejas abierta a la creatividad!
Un saludo
Ricardo J. Gómez Tovar
no sé si entendí bien: ¿quieres decir que él firmo la tela de ella?…
pobrecita en este caso: la va a hacer creer que esta prendido de ella porque al ver su naturaleza muerta tan lograda decidió que se iba a apropiar la mujer madura y su obra…
No hay ninguna mujer, es una metáfora de la Musa de la Inspiración, que visita al pintor en su estudio. La madurez del bodegón, el lienzo que le enseña la visitante, es la nueva obra del artista. El espejo es el que lo ve todo. No hay nadie más en la habitación. Tal vez no se entienda en una primera lectura, pero tampoco quería explicar demasiado, para no pecar de didáctico.
Gracias por comentar, Kistila.
Un saludo
Ricardo J. Gómez Tovar
gracias por la explicación…
quizás me hayan confundido lo de
«aunaba el talento deseado y la inspiración perdida.»
es curioso también que evite mirar a los ojos de su «visitante»…
…así que esta visita seria la inspiración…
habría para hablar tendido del tema de la inspiración (porque ademas de escribir pinto):
¡¡nunca tuve la impresión de que me venia de «fuera»!!…
me «alimento» es cierto de lo que vivo, siento, leo, veo… pero la que escribe y pinta soy yo…
Sí, creo que muchas veces tememos mirar directamente a la inspiración, preferimos dejarla para otro día, por pereza, por miedo, etc. Lo de si viene de dentro o de fuera, ¿quién sabe?
Tomo nota de tus impresiones de pintora…
Saludos
Ricardo J. Gómez Tovar
Este micro es lujuriosamente pecador para todos los sentidos y riquísimo en símiles y vocabulario.
Muy bueno, con dobles sentidos, con lirismo, me ha gustado mucho. Propuesto para la final…
También tu blog me ha gustado, aunque solo sea por el título debe ser leído y ya cuando hablas de Bradbury… se me cae la baba…
Suerte, tocayo.
Un relato que emana belleza por cada letra que hay en él, la inspiración cuando nos visita hace que saquemos lo mejor de nosotros mismos, como te a ocurrido a ti con este relato.
Una enorme descripción del lugar donde plasma su obra, que me ha trasportado a él por segundos…
Mucha suerte y enhorabuena, como han dicho por ahí este blog esta cogiendo un nivel inalcanzable al menos para mi…
Un abrazo.
Muchísimas gracias, Nicolás. Es un honor haber logrado transmitirte esa sensación de belleza. Leemos y nos vemos transportados a esos lugares de creación literaria que tantas veces nos parecen mucho más reales que los espacios físicos.
Por cierto, acabo de leer tu relato “Cosecha de verano” y no me parece que se quede por debajo del alto nivel de calidad del concurso, sino todo lo contrario…
Un abrazo
Ricardo J. Gómez Tovar
Amigo Corazón de León:
Te agradezco de verdad que no sólo hayas dedicado unos minutos de tu tiempo a leer el relato, sino además a elogiarlo. En cuanto a llegar a la final, hay muchos relatos de gran calidad, incluido el “Amor Infinito” de tu alter ego Plantagenet… Bastante premio es ya recibir estas pinceladas que le ayudan a uno a entender mejor su propia obra y estar incluido en este Libro de Cuentos al que podemos acceder sin cortapisas.
Me alegra saber que compartimos la admiración por el maestro Bradbury, nunca lo suficientemente ensalzado, al que quise rendir un pequeño homenaje en mi blog. Mil gracias por visitar sus páginas.
Saludos
Ricardo J. Gómez Tovar
Ricardo, una lectura muy grata. Hay una cosa que me despista, pero no en el texto en sí, es más a nivel personal: lo de que «afirmaba que había venido para quedarse». A mí me pasa lo contrario, que cuando termino un cuento y me gusta, me siento vacía de ideas, ya me gustaría que la musa se quedara para siempre, pero no, es de lo más esquiva. ¿Existe algún sortilegio para que no huya?
Un abrazo.
Pues te diré. Ahora mismo estoy teniendo una racha creativa, por lo que aprovecho para escribir todo lo que me venga a la mente, ya sean relatos largos o microrrelatos. ¡Si supiera pintar, hasta pintaría! De momento, sólo puedo “limitarme” a escribir sobre pintores…
Sin embargo, no siempre es así. Otras veces, al terminar un cuento, es cierto que se queda uno “exhausto” del esfuerzo creativo y parece que las ideas no acaban de cuajar. Aunque sigo pensando que en muchas ocasiones la Musa sigue ahí, pero no la queremos mirar directamente a los ojos…
Gracias por enriquecer el relato con tu interesante reflexión, Susana.
Un abrazo
Ricardo J. Gómez Tovar
Te doy la razón porque la tienes. Una se queda exhausta cuando consigue un micro decente, y más después de corregir. Me lleva mucho tiempo el laísmo que padezco desde siempre y la búsqueda de sinónimos y la autocrítica y las exigencias que me impongo… Y si añadimos que soy vaaaga, ni te cuento. Tengo escrito el relato de septiembre y llevo días aplazando el retoque, porque este blog merece que me esfuerce y haga una buena puesta en escena.
Gracias por contestar.
Un abrazo.
Ricardo he entrado curiosamente intrigado por la crítica que te ha hecho Ricardo Plantagenet Médano en facebook, en twiter y en google +. Pero veo que este cuento hace honor a lo que esperaba de él después de leer la crítica satisfactoria y elocuente de Ric.
Te felicito y yo también lo llevaría a la final.
Suerte en ese empeño.
Yo aún no he escrito el mío. Pronto lo haré. Falta tiempo solo.
Muchas gracias por tan elogiosas líneas, Arturo, que para mí ya son un inesperado premio, sea o no seleccionado el texto. Estaré encantado de leer tu relato en cuanto lo deposites en esta Microbiblioteca de Alejandría. Suerte también para ti,¡y que las Musas te acompañen!
Saludos
Ricardo J. Gómez Tovar
Um la musa y su pintor, esa relación amor-pasión… como fruta que va madurándose, Deslumbró, encandiló, fascinó . Tiene un punto de intriga al principio (de qué habla? quién es?) y de extrañeza al leerlo, le evita la mirada… sin duda recordare este micro, a mi la musa no se si me visita, yo creo que me llama por teléfono y siempre digo que se ha equivocado, snif!!!
Gracias por esas pinceladas que siempre ayudan a entender mejor el texto, María. En cuanto a si la Musa inspira telefónicamente, ¿quién sabe? Puede ser a través de una de esas molestas llamadas comerciales que nos obligan a levantarnos, dejar de escribir lo que habíamos empezado y retomar otra idea que probablemente sea mucho mejor…
Saludos
Ricardo J. Gómez Tovar
Ricardo, poética y bellamente relatado, expresas algo que muchos hemos experimentado. Dudas e inseguridades durante ciertas etapas creativas, vamos experimentando, madurando,la musa nos ayuda a través de amigos, de conocidos, hasta que por fin permitimos que de nuestro interior irrumpa toda nuestra fuerza creativa e inspiración. La nuestra, la personal, única.
Muchas gracias, Mery, por tu reflexiva interpretación del texto. Me gusta tu idea de que la inspiración surja de dentro y nos haga estampar ese sello nuestro y personal en la creación.
Un abrazo
Ricardo J. Gómez Tovar
Curioso relato Ricardo, yo al principio he pensado en la venus del espejo, pero luego con los comentarios y tus explicaciones, he tenido que leerlo de nuevo y sí, me ha gustado.
Un abrazo
Gracias, Epífisis-Alejandro. Ya echaba de menos tus comentarios.
Realmente las explicaciones que di no son más que una pista falsa. Todos tenéis razón, veáis lo que veáis en el cuadro (digo en el cuento…).
Un abrazo
Ricardo J. Gómez Tovar
En el taller de un pintor todo es fascinante, con musas o no, y tu lograste expresarlo muy bién, Ricardo. Los perfumes enriquecen las sensaciones y el espejo del final abre una nueva perspectiva. Suerte.
Hola, Nicoleta. Comparto contigo la fascinación por el taller de un pintor, con su riqueza sensorial.
Muchas gracias por pararte a contemplar este cuadro-relato con una visión tan panorámica…
Saludos y suerte también para ti,
Ricardo J. Gómez Tovar