SEP37. LA ABUELA, de Luz Hernández Baute
Sentada en la mecedora acaricio la piel reluciente de la última criatura de la saga. El contraste de mi mano arrugada con su delicada carita me traslada a las tardes de cosecha de mi infancia. Madre colocaba debajo de los melocotoneros dos grandes cajas, la roja, «para hacer mermelada«, la azul, «para poner en almíbar\. El olor a la fruta nos perfumaba varios días. Más que los melocotones. De pequeñita creí que la ropa y los zapatos nuevos que madre nos traía también se recogían de árboles de alguna otra parcela. Cuando encuentro mi infancia escondida en los pliegues de mi piel, nueve décadas revolotean debajo de mis párpados y mis suspiros se perfuman con esencia de melocotón.
Las risas de las mujeres de la casa escapan del calor de la cocina y me despiertan a la niña, que se retuerce inquieta. Yo le canto una nana, otra vez, como me encomendaron cuando fueron llegando los nuevos vástagos. Fue la primera vez que me sentí melocotón, como fruta madura que cae en la caja roja.
Muy bonito y perfumado.Desde los sentimientos construyes una historia cálida, casera, soleada y alegre.Es muy, muy bonito como mezclas aromas con estados de ánimo . Tienes bellas metáforas y el final es precioso.
Felicidades
Gracias por tus palabras, Antonia. Tus comentarios siempre son muy estimulantes para mí.
Saludos.
Luz
Delicioso este micro cargado de ternura. Hace ya algunos años, en verano, solía usar una colonia con esencia de melocotón. La he recordado, me ha parecido sentirla.
Muy bonito. Un abrazo.
Un abrazo, Inés, me alegro que hayas «olido» el relato.
Me ha gustado mucho, se huele el ambiente de las mujeres de la casa!!
un recuerdo precioso refrescante y colorido como los ricos duraznos- (mi suegra llenaba su despensa con todas esa delicadezas)
suerte y abrazos Teresita
Me ha parecido un relato bellísimo en el que la ternura se palpa y, desde luego, perfuma. Enhorabuena.
Gracias a todas, por el tiempo, por las palabras y por percibir el calor y el aroma.
Mucha suerte a todas.
Abrazos.
A mí me ha parecido entrañable y evocador.
Suerte, Luz con un relato tan aromático.
Gracias, Ricardo, por leer y comentar.
Mucha suerte para ti también.
Cuanta ternura Luz… me has hecho recordar a mi amuma (abuela) que hacia mermeladas de melocotón, que es mi fruta preferida. Es una autentica preciosidad, dulce, mezclando recuerdos, presente, sentimientos y perfumes.Esta perfecto escrito además. Esro me huele muy requetebien.
Menos mal que Ricardo está por aquí, porque ya somos dos a los que tu ternura y forma de contar la vejez, nos gusta.
Un beso.
Querida María, gracias por tus palabras. Yo no conocí a mis abuelas y por eso evocarte ese recuerdo es muy gratificante para mi.
Epífisis, Alejandro, me alegro que te haya gustado. Gracias por tus palabras.
Texturas, olores, colores, sabores, calor de la cocina, risas, los cinco sentidos colaboran con éxito en este nostálgico cuadro, recreando el universo casero de la infancia.¡Felicidades!
Un relato con un mensaje que nos deja llenos de ternura, cariño, …. Que forma mas bella de expresar esos sentimientos que todos llevamos dentro, que forma mas sugerente y hermosa. No entiendo de ténicas del lenguaje, como para ser jurado, pero te mereces estar en lo alto. Mis mejores deseos 1.1