SEP67. DUBLÍN, ÍTACA, de Ricardo Gómez Tovar
Molly telefoneó a Ulises Bloom desde su salón de Merrion Square, en Dublín, pero por toda respuesta le llegó el graznido de una gaviota perdida. El río Liffey carecía de la inmensidad del Mediterráneo, pero en su fondo también dormían monstruos que impedían volver al hogar. A esa misma hora, tras salir de la oficina, el ingenioso Leopold se tomaba una jarra de cerveza de Marón en la concurrida Taberna del Cíclope. Al otro lado de la barra bebía solitaria Circe O’Flaherty, de cuyos mágicos encantos se había librado días antes vertiendo en su jarra de Guinness unas hojas de la hierba “Moly”. Eso le recordó que aún no había telefoneado a su esposa para decirle que llegaría tarde. Tiresias Ryan, el agente de seguros, le esperaba para asesorarle sobre su futuro. Paseando por el puerto, Ulises Bloom oyó conversar a dos marineros borrachos en una barcaza llamada “Penelope”.
-Pues sí, Caribdis, el patrón ha ido a Merrion Square a cortejar a una dama casada…
-¡Mal rayo le parta, amigo Escila!
En el portal, Leopold recordó que su nombre era Ulises. Cerró la cancela, impidiendo la entrada de un marino.
-Ya volvió -susurró Molly, mientras guardaba su tapiz de Donegal.
Me gusta, Ricardo, esta fusión que hecho entre el Ulises de Homero y el de James Joyce. Eso sí, ¡hay que conocer a los personajes muy bien! Y las dos obras han de resultar bastante familiares. Entonces, sí, se saborea en este relato su ingenio, su originalidad y su humor. ¡Encantador! Y, como siempre, ¡eres un viajero innato por las obras clásicas, por los tiempos y las épocas! ¡Aunque sea con tu mente! ¡Gracias por transportarnos con tus pies alados, cual Mercurio, de acá para allá!
Mil gracias, María José. Es un placer que te lean así, con tantos matices y bajo una luz tan halagüeña. En cualquier caso, el mérito es siempre de las obras que nos inspiran y de los grandes autores que las concibieron.
Un beso desde Dublín (o desde Ítaca…)
Ricardo, el hilo del relato, bien argumentado y cinematografico, nos lleva de forma sutil hasta ese final inesperado. Suerte y saludos.
Muchas gracias, Calamanda. Me hace especial ilusión lo de «cinematográfico». Has dado en mi punto flaco.
Espero leer pronto tu relato.
Saludos y mucha suerte también para ti.
Ciertamente un relato con el ritmo propio del discurso cinematográfico donde las descripciones corren a cargo de un acertado movimiento de la cámara. Un bucle muy interesante.
Gracias, Nieves. Ante estas críticas tan animosas, entran ganas de salir a rodar un «book trailer» (aunque con lo nublado que ha amanecido el día, voy a tener que usar Noche Americana…).
Saludos
Me ha encantado. Muy elaborado. Yo también opino que es digno de un rodaje. La idea de mezclar a los dos Ulises, genial. Enhorabuena y suerte.
Te agradezco mucho tu comentario, Juana. Le transmito tus elogios a Homero y a Joyce, que son los verdaderos responsables. El rodaje va a tener que ser en estudio porque la niebla no se despeja…
Saludos dublineses y mucha suerte también para ti.
Bueno, Ricardo, es que jugáis en otra liga… El Ulises de Joyce, nada menos. Yo he prometido leerlo, y está aparcado ahí, a la espera, pero todavía no me siento capaz. Oí decir a un escritor, creo que fue a Antonio Muñoz Molina, respecto al Ulises, que era un libro que convenía leer cuando uno estuviera preparado, que había muchos libros que te decepcionaban si los leías cuando no les correspondía, y ahí estoy, buscando el momento propicio. Quizá con tu relato he avanzado algo más, ya veremos. A lo mejor me lío la manta a la cabeza y lo empiezo el próximo 16 de junio.
Un abrazo y suerte.
Interesante lo que cuentas de Muñoz Molina y del momento más propicio para acercarse al Ulises de Joyce. Yo no lo leí hasta que no me hube empapado bien de Dublineses, Retrato del artista adolescente y Stephen Hero. Si lo empiezas en Bloomsday, creo que será algo poco menos que homérico.
Un abrazo.
Uff Ricardo paralelismo de mucha enjundia intelectual, pero… oh sorpresa sin caer en la pedantería. Da igual si has leído una u otra obra, Homero o Joyce, sé que he leído la tuya y me ha encantado el juego erudito de citas llevado a la cotidianeidad de un escenario al que llegamos todos.
Veo al cíclope tras la barra, a los marineros borrachos en la barcaza, ulises cerrnado la cancela…
Mucha tela, me gustó suerte.
Te sigo en tu blog.
http://montesinadas.blogspot.com.es/
Sr. Manuel, te agradezco que describas tan gráficamente todo lo que has visto en el relato, inspiraciones aparte. Cuando se perpetra un pastiche, como es mi caso, gusta saber qué ha quedado de original y propio. Yo también me he dado un paseo por Montesinadas y ya te digo que «volveré» porque hay mucho que aprender ahí.
Un abrazo