SEP74. TERNURA, de Belén Sanz
Me abrazó. Como lo había hecho montones de veces desde que empezamos a considerarnos amigos. O quizá no. Un beso, una caricia, atusarme el pelo… pero un abrazo que no estuviera ligado a un saludo después de tiempo sin vernos o a una celebración, aquella fue la primera vez. Lo sé porque cuando me estrechaba contra él, a pesar de esperarlo porque me lo debía, me quedé sorprendida. Ese contacto tan sincero, ese intento de prolongarlo en el tiempo, esa satisfacción de sentir que era nuestro momento como si nadie más nos viera, sí, era la primera vez que me abrazaba de aquella manera. Pero había algo más. Había nostalgia. Y es que, tal vez, justo en el momento en que se dio cuenta de que era la primera vez que nos abrazábamos así, comprendió que también, sería la última. Y aquella añoranza por los momentos que había desaprovechado para demostrarme ese cariño y la certeza de que ya nunca más volvería a tenerlos, hicieron que aquel abrazo fuera la consolidación de una amistad que, aunque de muchos años, nunca habíamos considerado tan valiosa como en ese momento supimos que era. Besó mi cuello y volvió con ella.
Al menos se quedó con esa certeza, pobre consuelo, de todas formas, para la tristeza de los derrotados que nunca podrán estar juntos.
Saludos y suerte.
Belén esa ternura encierra un poco de amargor, la amistad tapa muchas veces otros sentimientos mas profundos.
Bonito relato de una despedida.
Saludos.
Cuando se espera algo más que un abrazo de amigo…
Intenso el momento que has relatado.
Suerte y recibe mi saludo.
Hay que ver. Siempre te das cuenta de lo que tenías cuando lo has perdido!! Un relato precioso, precioso, precioso, precioso, ay, que romántico!! Sniff, sniff!!
Venga, pues aunque no sea tan valioso, te mando un abrazo, también.
Muy tierno e intenso. Suerte!