Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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58. SILENCIO BLANCO

—Se llamará Aputsiak, pues así debe ser —sentenció su padre mientras su madre lo alumbraba entre los crudos soplos de la tormenta.

Pero, a pesar de las señales, a sus tres años de edad el niño seguía reconociendo con dificultad no más de cuatro tipos de nieve, y de las once palabras que designan al blanco en la lengua inuit, él aún ignoraba seis. El verano en que contaba siete años, en la ceremonia comunal fue incapaz de seguir un solo rastro, volviendo con las manos vacías después de toda la jornada. Aputsiak era un descrédito para la aldea.

Cuando tuvo que participar, pese a las protestas del resto, en la partida de caza de quienes debían acreditar su madurez, él no regresó. Su ignorancia lo llevó a quedar aislado en una masa de hielo desgajada del glaciar, donde un oso polar lo devoró a placer.

Los otros jóvenes nunca llegaron explicar cómo no le advirtieron, aunque ciertamente nadie les preguntó; ni siquiera los padres de Aputsiak.

14 Responses

  1. Ana Tomas Garcia

    La Naturaleza es selectiva y en una sociedad tan inhospita y dura, el debil no sobrevive. Eso lo saben todos en la tribu, incluidos los padres. Un saludo.

    1. Eduardo Iáñez

      Es cierto lo que dices, Ana. De hecho, había pensado como título «Esparta blanca», asociando este comportamiento al de los antiguos espartanos; pero me pareció que ese título adelantaba el desenlace, y que el silencio asociado a la nieve era más simbólico y lo mismo de efectiva. Gracias por pasarte. Un saludo también para ti.

  2. Ana Fúster

    Así que como Aputsiak tuvo la desgracia de tener problemas de aprendizaje, lo mejor era que desapareciese y nadie lo echa de menos… Supongo que no es la intención del relato, pero me ha hecho pensar en varias cosas, desde el exterminio nazi de personas con minusvalía hasta la porquería de estado del ¿bienestar? actual, que retira las ayudas a personas con discapacidades serias. Cuando nos demos cuenta de que tomos somos Aptsiak en algún aspecto de nuestra vida igual reaccionaremos. O no.

    1. Eduardo Iáñez

      Gracias, Ana, por dejar tu comentario. En cuanto a lo que dices, quiero anotar, sin ponerme melodramático ni terrible, que lo peor del caso no es que no nos demos cuenta de que TODOS somos Aputsiak, sino que no reaccionemos y que sí tome sus medidas el poder: llámese la costumbre, la moral establecida, el poder político o económico…
      Un saludo.

  3. Un relato muy interesante, por lo original de su localización, el pueblo Inuk, y por el desenlace. Yo por deformación profesional (influida por mmi trabajo) intuyo que este joven tenía problemas quizá de audición,así al no escuchar, no asimilaba las explicaciones de sus mayores. así ocurre en la realidad, los problemas de audición no diagnosticados desembocan en problemas de adaptación.
    En fin que me voy por las ramas.
    Felicidades Eduardo por un relato tan sensible y a la vez duro.

    1. Eduardo Iáñez

      Asun, gracias por tu apunte. Qué curioso que el ‘silencio’ tú lo hayas asociado a una hipoacusia que desemboca en el trágico final por un inadecuado aprendizaje… Nunca me cansaré de asombrarme por las posibilidades que encierra cualquier lectura.
      Gracias, y un saludo.

  4. Salvador Esteve

    Eduardo, me ha gustado. Creo que has reflejado la intolerancia hacia la diferencia de forma muy original. Abrazos.

    1. Eduardo Iáñez

      Me alegra que te haya gustado, Salvador, y que te parezca original el planteamiento de la idea, pues en definitiva eso es lo que al menos yo pretendo con cualquier relato: darle forma a sentimientos, preocupaciones, obsesiones… que bullen en mi interior, y creo que en el muchos otros, con quienes pretendes compartirlos.
      Así que gracias por leer el micro y por detenerte a comentarlo.
      Un saludo.

  5. Me ha gustado tanto el relato como la interpretación de Asun que conecta muy bien con el título. Para mí la sorpresa final ha sido la no sorpresa, pues me imaginaba que Aputsiak despertaría al final sus instintos dormidos.

    1. Eduardo Iáñez

      Sí, en este caso lo sorprendente es la propia actuación de los seres humanos. Así de crudo. Gracias por tu visita y tus comentarios. Saludos.

  6. Mel

    La ley de la jungla (el fuerte se como al chico) aplicada a los humanos. Relato crudo e invernal, con ese silencio blanco que estremece.
    Buen texto.

  7. Rafa Heredero

    Terrible destino el de tu protagonista, pero peor me parece el de la comunidad al que no le ha importado lo que le ha pasado. Está condenada a desaparecer sin dejar rastro.
    Suerte y saludos.

  8. Ana Fúster

    Enhorabuena por la mención, esta misma mañana te he dicho en tu relato de febrero que te merecías sobradamente los éxitos, así que espero que este sea sólo el primero de muchos otros. Un abrazo.

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