92. Sin palabras
Papá no acostumbraba a pronunciar muchas palabras, salvo en los brindis de las celebraciones donde se explayaba. En aquella Nochevieja también ocurrió así. Tras las doce campanadas, los besos o el trajín con los móviles, agarró la botella de Moët & Chandon y la descorchó con el eco típico de los buenos champanes. Rellenas las copas, inició su discurso en el que deseó un feliz año. Larga vida a la empresa y a los chinos que la sustentaban. Recordó la importancia de una familia unida o evocó a mamá con la voz encogida antes de repasar orgulloso los logros de cada uno de sus hijos. Cuando finalizó, fue Carmela, inocente, la que le apuntó el nombre del tío Juan. Todos nos miramos, intuyendo su respuesta. «Ese desgraciado no se merece portar mi apellido. Ojalá se pudra…». «Papá, por favor», le rogamos. Por suerte, se aplacó y, tras alzar su copa, brindamos con la amargura de un desencuentro tan antiguo como estúpido. Al rato, empezó la jarana en el salón y estuvimos celebrando las primeras horas del 2010 hasta que el teléfono nos enmudeció. «Es mi hijo», acabó sollozando papá. Desde entonces, no ha vuelto a pronunciar palabra alguna.
Nicolás, ocurre a menudo, un susto deja sin habla al que lo recibe. Bien contado. Felices fiestas y suerte
¡Muchas gracias, Calamanda! Me temo que se quedo sin palabras por no haber querido utilizarlas en su momento, a veces ocurre y me imagino que uno se debe lamentar por el resto de sus días.
¡Felices fiestas y un buen 2015!
Está claro que estas fechas sacan lo mejor y lo peor y viejos rencores salen de nuevo a relucir. Tal como en tu relato.
No dejemos que nos ocurra nada parecido.
Un abrazo y Felices fiestas!!!
¡Muchas gracias, Asun! Estas fechas donde volvemos a reunirnos con la familia y amigos que regresan es propicio para también recordar el pasado, sus caricias y sus palos. Por eso muchas celebraciones de estas fechas acaban en divorcios o con atestados policiales. En este caso, el desenlace es dramático y letal. Sin duda, que jamás nos quedemos sin palabras para dedicarle a nuestros seres queridos en vida.
¡Felices fiestas y un buen 2015!
Palabras de amor, de nostalgia, de resentimiento, que se repiten de forma cíclica, una rueda que puede quebrarse para siempre con la peor de las noticias.
Suerte, Nicolás, y aunque ya estarás harto de que te lo digan, te deseo una Navidad en la que seas tan importante para los demás como ese hombre de rojo que reparte ilusiones y es tu tocayo.
¡Muchas gracias, Ángel! Las palabras están para utilizarlas y uno no puede contenerse por un orgullo tonto. A los seres queridos hay que cuidarlos y querelos siempre, en Navidad o cualquier martes, y decirles te quiero sin que venga a cuento siempre que te salga del corazón, porque sino luego ocurre lo que ocurre, como el caso de este relato.
De las felicitaciones uno nunca se cansan y si vienen de tu parte, menos.
¡Felices fiestas y un buen 2015!
Dicen que en esta vida uno se arrepiente más de lo que no hizo que de lo que hizo, pero después de leer tu relato habrá que añadirle que también se arrepiente uno más de lo que dijo, que de lo que calló.
Bueno, buenísimo, tu relato. Un retrato familiar muy certero, con detalles ácidos y otros más tiernos, y con un final amargo, de los que permanecen en el paladar.
Que tus Navidades sean mucho más dulces y que el nuevo año te siga trayendo éxitos, que bien merecidos los tienes.
Suerte y Felices Fiestas
¡Muchas gracias, Anna! Totalmente de acuerdo con tu comentario, las palabras hay que utilizarlas en cada momento y no reservarlas para más adelante, ni dejar que los rencores nos alejen de nuestros seres queridos. A veces, muchas familias o amistades se rompen por malentendidos que ni siquiera recuerdan con el paso del tiempo. Luego se arrepienten, pero ya es tarde.
Lo mismo te deseo y que las letras te sigan iluminando.
¡Felices fiestas y un buen 2015!
Lo que nos cuentas tan bien en tu relato es algo que tengo muy presente. Las palabras que decimos o no pueden ser las últimas para alguien, incluidos nosotros. Creo que no merece la pena querer tener tanta razón que estemos sin hablar con alguien que queremos.
Feliz Navidad. Besos.
¡Muchas gracias, Isabel! Muy cierto lo que indicas, Isabel. Por eso no hay que reservar las palabras con aquellos que queremos, demostrarle lo que nos importa en su momento, no luego, cuando ya no haya tiempo y los gestos sean cara a la galería. A las personas que queremos debemos cuidarlas siempre.
¡Felices fiestas y un buen 2015!
me encantó este relato lleno de amor, aunque al principio no lo parezca.
¡Muchas gracias, M Carmen! Es un relato de amor, sí, pero quizás lo que más predomina es la incomunicación. A veces ese virus se instala en las relaciones con las personas y las rompe.
¡Feliz 2015!
Nicolás, cuando ya no hay posibilidad de perdón es cuando se ve lo inútil del rencor y el orgullo. Muy bueno. Abrazos y felices fiestas.
¡Muchas gracias, Salvador!
Sin duda alguna, por eso las palabras hay que pronunciarlas mientras se pueda luego de nada sirven.
¡Feliz 2015!
Un abrazo.
Somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras. Bonita historia que pone en evidencia lo poco que pesan muchas veces las cosas que decimos porque no las sentimos así. Muy bueno. Mucha suerte 🙂
¡Muchas gracias, Juan Antonio!
Muy cierto tu comentario, aunque también nuestros silencios nos pueden condenar a la infelicidad. Sin duda, cuando hay amor o lazos sanguíneos de por medio las palabras no pesan tanto como el sentimiento, o no debería ser así.
¡Feliz 2015!
Un fuerte abrazo.
Palabras que a veces se escapan por prontos muy mal avenidos, el giro de una llamada nos puede callar para siempre los malos deseos. En tu relato nos lo has narrado de una manera magnífica. tendremos que plantearnos lo que decimos en momentos acalorados.
Un beso Nicolas, como siempre buena historia.
¡Muchas gracias, Belén!
Las palabras, ay las palabras. A veces nos castigan mucho más que nuestros hechos y pesan más que los sentimientos, quizás porque nos puede el orgullo. Por eso a las personas queridas hay que colmarla de atenciones mientras se pueda, luego no sirve de nada lamentarse. A veces hay que contar hasta cien, y luego otros cien, y luego…
¡Feliz 2015!
Un beso.
Le tocó tragarse como a muchos las palabras de perro ladrador y poco mordedor y es que no hay padre que se precie que pueda mantener el odio y el rencor contra un hijo, al final…. una simple llamada es suficiente.Abrazos maestro Jarque un abrazo grande,
¡Muchas gracias, Manuel!
Un padre siempre es un padre y un hijo también, y ya se han tenido que portar muy mal el uno con el otro para romper las relaciones. En fin, que por desgracia este relato no se aleja mucho de la realidad.
¡Qué tengas un gran 2015!
Un abrazo fuerte.