59. SOLILOQUIO (Cristina Requejo)
Creo que nací huyendo.
Mi vida transcurre en un territorio hostil que me obliga a convertirme en refugiada para sobrevivir a mi propio espanto; me refugio en ideas, en lugares que ni siquiera sé ubicar en un mapa, en personas que no existen. Imaginar, huir,
porque no existe belleza
bajo la luz de algunos soles,
ni toda la lluvia invita a recogerse.
Huele a miedo, a hambre, a orín,
y la esperanza no es más que el deseo
de un cobijo seguro
en una alcantarilla.
Tal vez, si miraras de frente, si salieras al mundo y no olvidaras nunca la cara del que huye amenazado por el suelo en el que un día jugó, harías también tuya su pérdida y su llanto, y entenderías que estamos hechos de idéntica fragilidad.
Imaginar, huir.
Hola, Cristina.
Tu personaje, como el de mi texto, también viaja hacia sus adentros y se marca un monólogo interior de primer orden para ilustrarnos acerca de la naturaleza humana. Esa duda de si nació huyendo (genial), ese territorio hostil, ese espanto propio, esa certeza lapidaria de que la belleza no existe, esa esperanza que es alcantarilla. Tu protagonista se invita a mirar el mundo, a mirar al niño que todos llevamos dentro TODAVÍA y que, perdido en su mayor parte nos vuelve frágiles hasta para imaginar y para huir, dos de las materias de que todos estamos hechos. Una invitación a entender al otro, ya que nuestro yo está alrededor según Rimbaud. Me encanta ese zigzag de líneas tan ilustrativo del comentario. Aute, que se recupera de su infarto, pensó, creo, en tu relato con ese poder que tienen los visionarios cuando escribió en su canción «La belleza»: Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo, ese viaje hacia la nada que consiste en la certeza de encontrar en tu mirada la belleza». Pues eso. Yo he encontrado la belleza en tu mirada. Grandísimo texto el tuyo. Besos.
Muchísimo me ha gustado tu «micro», Cristina.
En pocas palabras contundentes has sabido sintetizar todo el drama de la inmigración.
Debes tener toda la suerte que yo te deseo.
Una persona desplazada en contra de su voluntad, que ha de hablar en soliloquio porque no tiene nadie mejor con quien hacerlo, nadie que la comprenda en medio de su drama, solitario e infinito. Un relato donde la prosa y la poesía se funden, lleno de belleza a pesar del dramatismo, que no elude. «Amenazado en el suelo en el que un día jugo», no se puede decir mejor.
Un abrazo, Cristina
Triste, pero para demasiadas personas, su imaginación, puede que suponga la única forma de tratar de huir de la, seguramente, penosa realidad que le ha tocado u otros le han impuesto para intentar sobrevivir. Gracias por poner un altavoz a tu personaje y trasladarnos sus pensares. Enhorabuena, Cristina. Un saludo y suerte.
Cristina, tu prosa cargada de lirismo concede al relato más fuerza y realismo. Suerte y saludos
Buen texto. Nada más verdadero: «estamos hechos de la misma fragilidad».
Abrazos y suerte.
Qué bien descrito ese extrañamiento de la tierra, del suelo donde un día jugamos y que al día siguiente se convierte en hostil, Cristina. Me gusta mucho tu texto. Salud.
Un viaje, una huida, un soliloquio, una soledad…
Bonito micro Cristina. Un abrazo
Si muchas veces la soledad nos acompaña, a cualquiera de nosotros, y nos hace brotar soliloquios, cargados de preguntas sin respuesta, ¿cómo no van a ser habituales en aquellos que han tenido que huir y dejar atrás una vida entera? La incomprensión hacia el dolor que sufren los inmigrantes puede llevar consigo el que su imaginación vuele libre, ya que ellos no pueden hacerlo. Buen relato, Cristina, cargado con la poesía de la vida.
Un abrazo navideño.
La imaginación como un modo de huida, hacia refugios más calidos. Un relato muy poético, introspectivo y evocador.
Suerte y abrazos.