105. SÓLO UN VESTIGIO (Ana Tomás García)
Estuve vagando por el espacio exterior unos catorce mil millones de años sin que nada ni nadie advirtiera mi presencia, sin que nada ni nadie reparara en la belleza de mi desnudez natural y sencilla; viajando errante, atravesando constelaciones y galaxias llenas de lunas y soles, envuelta en nebulosas perfectas, siempre alumbrada por luceros, creyéndome libre, hasta el fatídico día en que quedé atrapada por una onda gravitatoria que me transportó de manera brusca e irremediable hasta un lugar desconocido, sufriendo una atracción poderosa hacia la superficie de un planeta, que supe más tarde, llamado Tierra. Ardí cruzando su atmósfera, convirtiéndome en una Perséida; caí sobre el techo de una pocilga matando a tres puercos, y fui llevada a un laboratorio de investigación espacial donde me seccionaron en fragmentos para mi estudio, encerrados mis restos en cubículos de metacrilato e informada con detalle de mi supuesta composición y procedencia; convirtiéndome sin querer en la estrella indiscutible de los noticieros y los ecos de las voces de los terrestres, que creen que soy consecuencia, como ellos, de un Big Bang cósmico que me ha relegado al dudoso honor de ser un triste vestigio.
Buen viaje, aunque no sé si la meta merece la pena, la verdad.
El cambio del espacio a un pocilga en dos palabras es genial, eso sí que es un viaje y lo demás tonterías.
Leyéndote compruebo que los científicos harían poco más o menos lo mismos con seres vivos o con piedras: trocearlo, estudiarlo, destruirlo,… jo, que mal.
Pero no el micro, ¿eh?, el micro está bien
Para este meteorito la meta no parece ser muy satisfactoria, se ve que la fama no le interesa jjj. Gracias Luisa, un abrazo.
Me gusta mucho tu micro, Tomás. Me puede la literatura sobre este tema. Pensaba en un principio que la protagonista del relato era una mismísima onda electromagnética residual de ese fondo eco del bug- bang, pero luego lo aclaras perfectamente cuando rodeada de fuego caes en el tejado de la pocilga. Maravilloso! Tanto viaje para acabar en la pocilga de la Tierra.
Me encanta, has dado de lleno en el pequeño guiño de la pocilga jjj. Aunque, claro está, si eliminamos toda la basura que sobra, la Tierra es un planeta maravilloso y fantástico. Un abrazo, Marcos.
Ana, con tu relato llevas, muy bien, hacia ese recorrido que seguramente le espera a cualquier conejillo de indias. Suerte y saludos
Es lo que tiene la ciencia, la curiosidad… Gracias, un abrazo.
Menudo viaje, guau!
No quisiera estar en la piel de tu protagonista.
Me parece un micro muy visual.
Un abrazo y suerte.
Gracias, encantadora de abejas. Un abrazo.
Decía mi padre que para todo hay que tener suerte, yo me permito añadir que hasta para ser una piedra. Quizá no lo parezca a primera vista, pero este meteorito ha sido famoso, al menos durante un tiempo, es objeto de estudio permanente y vestigio del inicio del Cosmos, la auténtica génesis de la que todos partimos. De piedra no soy, ni quiero, pero si lo fuese, no estaría tan mal seguir su suerte.
Un abrazo, Ana. Suerte
Tienes razón, Ángel, para todo hay que tener suerte, luego cada uno inclina la balanza según sus preferencias, hacia la buena o hacia la mala jjj. Gracias, un abrazo.
De una completa desconocida, a aparecer en todos los noticieros del mundo. Con una pocas palabras has sido capaz de narrarnos una existencia de millones de años. Genial Ana. Me gustó.
Suerte y un saludo.
Ton.
Gracias Ton, es lo que tiene tener que ser breve. Un abrazo.
Pobre meteorito, no parece muy contento con su destino, normal, quien le vio y quién le ve. Es duro perder la libertad. Suerte.
Él también tiene su corazoncito jjjj. Gracias Ximens.
Ne ha gustado mucho ese contrapunto que le das con esa visión final del ser un simple vestigio. Entre diferentes egos y viajes espaciales nos dejas un relato muy visual que destila muchísima naturalidad. Mucha suerte 🙂