61. Subirse al tren (Miguel A. Páez)
Siempre quiso volar, acariciar el algodón de las nubes y ver desde arriba el azul del mar. Conseguir subir a aquél avión fue hacer realidad un sueño imposible. Al fin podía sentir el roce de las nubes, su humedad, observar como un águila el tapiz turquesa de un océano interminable, los grandes barcos convertidos en motitas blancas, los colores imposibles de los corales, la fina línea de espuma que trazaban las olas al fundirse con las costas.
La emoción le hacía olvidar sus problemas de respiración, la sensación de ahogo y la falta de oxígeno, los terribles escalofríos bajo esas mantas baratas.
Ya no quedaba más que aguantar y luchar contra sus párpados obstinados en cerrarse, contra el sueño que le atrapaba cada vez más y más. No importaba; pronto sería feliz y olvidaría las penalidades pasadas en su aldea, conseguiría trabajo, liberaría a su familia del azote del hambre y quizá hasta podría pedir la mano de la chica con ojos de miel.
Embriagado de queroseno ya veía la pista acercarse, ya percibía el rugir de esa barra neumática desplazándolo hacia abajo y agazapado entre esas enormes ruedas, ya se sentía subido en el tren de la libertad.
Hola, Miguel Ángel.
Hermoso texto el tuyo presidido por una extrema musicalidad, que hace un deleite de su lectura. Volar no es solo para pájaros, que toda regla pretende una excepción. Y la libertad aleteando. Y soñé la libertad, y salir de aquí algún día, que dice la canción. Ojalá cuajen todos los sueños de tu protagonista como todos los de aquellos que se ven forzados a emigrar. Ojalá se enganchen al tren. pero a qué tren, si al cabo el hombre es una pasión inútil. Si el progreso es un darle en los morros a la mayoría incapaz de sufragárselo… Bueno, esto ya es existencialismo y politiqueo y va de regalo. Ojalá tu «protago» si pueda extasiarse cada día contemplando esos ojos de miel, que quizá sea poesía. Un texto hermosísimo el tuyo. Un abrazote.
Gracias Martín; bonito comentario y certera reflexión. La pena es que los pobres y desprotegidos solo puedan engancharse a trenes perdedores como el protagonista de mi relato que está basado en un hecho real y solo pudo subirse al tren de aterrizaje de un avión. Por cierto que hubo un caso de subida a este tren desde Florida a Hawai que consiguió llegar vivo al destino casi inexplicablemente.
Un abrazo
Es terrible que haya gente dispuesta a arriesgar su integridad física y, seguramente, su vida subiéndose a un avión de esa forma. Lo has contado muy bien y con un estilo sosegado y melodioso, obligandonos a reflexionar sobre ello. Enhorabuena. Suerte, Miguel Ángel, y un saludo.
Gracias Jesús, la verdad es que sí que hace reflexionar sobre la angustia que se tiene que pasar para jugarte la vida de esa forma
Miguel Angel, nos trasladas a su lado con las imagenes descritas y el ritmo que das a la historia. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. Me alegra conseguir eso precisamente
Besos
Bonito relato, sobre las penalidades que deben sufrir algunos para escapar de la vida que les toco en suerte. Lo peor que la mayoría de las veces lo que encuentran es peor.
Abrazos y suerte.
Pues sí María, esa es la gran pena, tanto luchar para nada pero a veces no hay alternativa. Muchas gracias
Interesante juego de palabras usando la palabra tren como hilo conductor a través de diversas acepciones: medio de transporte, subirse al tren, tren de aterrizaje… El tren de la vida, dispuesto siempre a llevarse por delante al que se quede parado.
Efectivamente Edita, lo resumes muy bien. Aquí hay varios trenes y lo importante es no perder el que de verdad te saque de la miseria. Muchas gracias.
Un abrazo
Y aguantando los no sé cuántos grados bajo cero. Parece imposible que puedan arriesgarse a tanto, pero está claro que el hambre debe dar muchas más cornadas.
Enhorabuena y suerte
Gracias Jose Luis, pues si cuando me subo en una bici en invierno el aire me corta la cara, la verdad es que no me imagino ir volando a 900km/h y con una temperatura de -56ºC. Es inimaginable que alguien pueda sobrevivir a eso.