106. Subterráneos
Una rata resbala desde una cornisa y en su caída emite un chillido agudo e infernal. Entre la lluvia, Beltrán gira la cabeza. El humo de las calles no deja ver las teas colgadas en las esquinas. La peste negra devora las sombras, silencia a los hombres. Las máscaras de los galenos esconden ojos de terror ante las secreciones y sudores. Tras setecientos años, otro Beltrán y otras sombras saben cómo se alimenta el miedo en el rechinar de dientes de las alcantarillas. Evocan el olor a incienso que impregnaba los umbrales de las casas, la fetidez que apremiaba el remedio último, que apuraba la solución definitiva: enterrarlo todo.