28. Tano (Pepe Sanchis)
Antes no me llamaba Tano. Pero desde que nos conocimos, Susana empezó a llamarme así. Tano por aquí, Tano por allá. Enseguida me llevó a vivir con ella. Yo era el centro de su vida y estaba encantado. Salíamos mucho. Todas las tardes, por esas calles tan anchas, llenas de escaparates y árboles. Cada uno a lo suyo. La pareja perfecta.
Pero hace unos días Susana conoció a Santiago. Al principio solíamos merendar juntos, los tres en agradable compañía. Hasta hoy, cuando lo ha invitado a nuestra casa. Nada más entrar, he visto cómo se abrazaban y se quitaban la ropa para terminar desnudos, en la cama. Ahí es cuando no lo he podido resistir. Me he plantado en medio de los dos, reclamando la atención de Susana…el amor de mi vida.
Oigo a Santiago gritar, cabreadísimo:
-Susana, ¡este chucho se muere de celos! ¡Haz que baje de la cama!
Y me sabe a gloria su contestación:
-¡Santiago, hemos terminado! ¿Cómo te atreves a llamarle chucho a mi Tano? Que te quede claro que Tano es… Tano…el amor de mi vida.
Hay amores que no se pueden explicar. Ay, Santiago, búscate a otra que esta está pillada. Un abrazo fuerte, Pepe.
Gracias Aurora, y felices vacaciones!
Creo que hay muchos Tanos por la vida. Tanos que debido a la manera en que los tratan sus dueños, parecen más dueños ellos.
Todo en su justa medida está perfecto.
Qué contento y orgulloso se quedó el can al oir aquellas palabras de su dueña!!
Feliz día Pepe Sanchís.
Muchas gracias por el comentario, Mercedes. Efectivamente, todo en su justa medida, pero es que hay amores…