39. Te espero…
Desde que te has ido esta habitación se ha quedado pequeña, ha dejado de ser nuestro universo vital. Qué suerte encontrarte, descubrirte sin buscarte, amarte sin conocerte, dejarse llevar… Ahora conservo tu olor, que me envuelve entre las sábanas, fantaseo sobre nuestro próximo encuentro, me percibo incompleto, inacabado hasta que vuelvas, te echo de menos. Son los pequeños detalles los que me acercan a ti, los abrazos, los susurros, la calidez de tus dedos sobre mi espalda, ese derroche de tiempo, sin relojes, sin presiones.
¡Una pena que no podamos obviar el asunto del dinero!
Cari, preciosa narrativa y un final que nos pilla de sorpresa. Me ha gustado mucho. Un beso.
Gracias, Concha! Viniendo de tí, el comentario vale doble!
Besos
No dejes nunca de escribir…
Quizás lo que cuesta vale…
Que buen relato Cari, insólito.
Un abrazo y suerte.
Gracias Moli! Es un estereotipo pensar que porque haya dinero por medio el amor es menos amor, de hecho algunas relaciones cercanas a nosotros no se definen como prácticas y funcionales y cuando las analizas lo son y mucho. Habría que ver quién se prostituye y a cambio de qué.
Todo era perfecto, casi demasiado, hasta que apareció el dinero. Yo tengo una amiga enamoradísima de su marido, que ha cambiado eso de «contigo pan y cebolla» por «para pasar hambre, cada uno a su casa».
El amor es una cosa, la pasión otra y, aunque a veces están unidas, el dinero suele ser buena compañía.
Suerte y un saludo
Cada uno tiene que vivir según sus prioridades para sentirse bien, no hay una fórmula infalible, ojalá fuera tan fácil…
Gracias por tu ánimo, Ángel, un placer que te pases por aquí y comentes.
Sinceramente yo he tenido épocas de poca providencia económica y es cierto que influye en las relaciones personales, y eso que no nos consideramos materialistas…. Lo dicho, la complejidad de las relaciones humanas hace que las soluciones sean muy variadas.
Me encanta como lo has narrado. Es breve pero está lleno de fuerza. El final desde luego la guinda. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio!Me gusta que te guste!
Cari, qué pena que el dinero mueva al amor y, menos mal, que el amor al dinero. Es la pescadilla que se muerde la cola. si se pudiese pagar con amor todo otro gallo cantaría… Buen relato para reflexionar.
Un relato precioso, lleno de poesía. Al final el mazazo.
Felicidades.