105. TETA
Sentada en un banco del centro comercial una mujer amamantaba a su hijo y, al observarla, no pensé que su seno desnudo pudiera ser una apología de lo obsceno, era más bien un símbolo que reivindicaba a la maternidad y admiré que ella optara por sacrificar la turgencia de sus pechos en aras de que su retoño creciera saludable. El niño succionaba con fruición el pezón de su madre cuando ésta desvió la mirada y me atrapó en mis elucubraciones, provocando que se levantara del asiento mientras intentaba cubrirse, precariamente, con el borde de su blusa.
Comprendo que estuviera molesta al ser observada, por un desconocido, en el acto íntimo de alimentar a su criatura y quizá por esa razón no vio mi cara roja, por la vergüenza de haberla incomodado, porque al pasar por mi lado me dijo, con coraje, “viejo verde”
Me parece buenísimo, me ha encantado Beto.
Suerte! 🙂
Gracias Sandra, me hace feliz saber que considera buena mi aportación al verde.
Saludos.
Tu protagonista y observador tiene pensamientos nobles y elevados, pero vivimos en un mundo en el que lo corriente no es eso, sino todo lo contrario, de ahí la reacción de esa madre, que dio por hecho que se había producido un caso práctico del dicho «piensa mal y acertarás». Extraña sociedad la que nos ha tocado vivir, en la que algo en apariencia normal y hasta sano, como sería observar a los semejantes sin mala intención, es visto siempre como algo turbio cuanto menos.
Un relato sobre lo que se oculta tras las apariencias, un caso práctico de psicología social, en el que todo gira alrededor de la palabra corta del título, de aplicación literaria valiente.
Un abrazo y suerte, Beto
Gracias Ángel por tu acertado comentario, no fallas. Este microrrelato también lo pude haber titulado “Sin mala intención”.
Saludos.