14. TIEMPO DE CEREZAS EN JERTE – EPÍFISIS
Estaba engarañao por la mañana, en el bancal, esperando la cuadrilla para la recogida, pasando la lengua por el papel engomao, mientras con los dedos apelmazaba el caldo de gallina, cuando vi salir del caseto a una escandallera, que sin tener miedo de los santosrostros que habitan en los chupanos y enseñándome una puñá de picotas y arremangándose la falda, me hacía mohines y morisquetas para que fuera a su encuentro. Juli que te juli, pensé mientras me colocaba el caliqueño en la oreja, pa´luego. El interior, oscuro y caliente, parecía un mercadillo, de la ropa que había y nos tumbamos a retozar, el pantalón de pana a reventar. Yo estaba ya enreliao con las telas del suelo y ella introducía en mi boca con sus dedos, los frutos, mientras, introduje los míos en el suyo y no sé cual era más carnoso y jugoso. Yo estaba ya alicati perdío y me dije a tirar p’alante y jarreando la cogí en volandas y la subí al tendal. Berreando como un verraco, me abalancé sobre la moza, dispuesto a terminar la faena, me dijo tengo novio y una patada en mis partes, acabó con la tendalina y esa fue la moralina.
Nos haces sentir esa «sensualidad» que veíamos en las películas de Landa, Esteso y Pajares y otros, pero en su versión campera y un tanto agreste. Pasé, este marzo pasado, por esos andurriales y no me imaginaba que sus lugareños albergaran tanta pasión. Me ha gustado. Suerte y saludos.
Esos andurriales, Jesús, son mis raíces. Si pasaste por Plasencia, donde nací, estoy seguro de que te trataron bien. Siempre se ha dicho: Los extremeños se tocan, ja ja.
Un abrazo
Pasar, pasé, pero de largo. Era una excursión organizada. Salamanca, Valle del Jerte y Cáceres. Se veía la ciudad desde el autobús y nos parecío chulo lo que se intuía. Si te sirve, nos llevaron a comer a La despensa de Extremadura, sitio realmente curioso. Saludos.
Me ha divertido tu relato, Alejandro. Y el final es desternillante. Las mozas del pueblo son honradas, que no se diga lo contrario…
Felicidades. Un abrazo.
María José
Parece que en tu tierra los mozos son muy echaos p´alante y las dulces y tentadoras mozas muy honrás. Tengo una amiga extremeña a la que le encantaría tu relato, a mí, además, me ha sacado una amplia sonrisa. Un saludo y felicidades, Epífisis.
Un buen juego de palabras y sensaciones, de ropajes y frutos enmarañados en las bocas. Un final que duele solo de leerlo, y es que a veces es mejor ser prudente que lanzado y terminar jadeando pero con otro tono.
Buena moralina y relato Epi.
Un abrazo.
Simpático, por fin. Cuanto necesitaba un micro menos triste al menos. Gracias
Buen relato que te enreda entre tanta cereza y palabrería que termina con un dolor de entrepierna que parece sentirse sólo con leerlo. Buena moraleja.
Un abrazo Epi.
Jajaja qué bueno Epi, tan divertido, tan tuyo, ese final no me lo esperaba, tus protas ¡casi siempre culminan…! 😉
Encantada de leerte.
Un abrazo.
Y yo,, perdiéndome esta historia tan genuinamente Epifisiana!, que no le falta de ná, ni un detalle al encuentro de esta lujoriosa pareja entre los campos.
pá ponerse moraos… los cataplines, claro.
Suerte, Suertisíma
Epi, qué bueno. Tenía que intentarlo, en otra ocasion habrá mas suerte seguro que dice para sí. Está bien contado. Suerte y saludos