68. Tiempo de desencanto
Un punto en el cielo celeste profundo. La intuición le decía que era él.
No sabía nada sobre su vida desde hacía catorce largos y penosos años. Solamente que seguía volando.
Al observar la imagen que iba agrandándose con la cercanía sintió que la sangre se le disparaba en juventud, no importaron los quilos acumulados ni las arrugas que trajo el tiempo, no pensó en qué diría él al verla allí ni si era correcto llegar sin avisar.
El parapente era ya un dibujo concreto y casi tangible. Los hilos se aflojaron, los pies en la tierra firme.
Su cabeza sacudiendo el pelo semilargo y los ojos… mirándola como dos lunas asombradas.
Caminó hacia ella. Había imaginado que este encuentro sucedería como en aquella película de los setenta que juntó sus manos por primera vez.
Esperó que él dijera algo al pasar a su lado.
Esa tarde tuvo la certeza de que el silencio habla más de lo que uno quisiera escuchar y no se dio vuelta para ver su espalda.
El reloj siguió avanzando ajeno al desencanto.
Tanto tiempo esperando y tan solo encuentra el desencanto. Muy bello.Felicidades
Gloria a veces la vida tiene esos sinsabores ¿verdad?.Gracias por tu comentario.
El desencanto en su más cruda expresión. Me puso la piel de gallina.
M Carmen gracias por comentar.Si logré conmoverte de algún modo estoy más que feliz.
La esencia, Macarena, esta clara y llega, pero voy a apreciarte las descripciones del escenario y algunas frases verdaderamente poéticas.
Enhorabuena y besos.
Javier, gracias por tu mirada tan generosa.
Un beso.
Muchas gracias Ana.
Saludos
Relato hecho poesía, bellos pensamientos adornados con la eleccion de tus palabras. Lástima que el encuentro tan esperado no se haya producido.
Un beso Macarena.
Me emociona tu comentario, Ma Belén!. Gracias por ver poesía en el relato y en cuanto al encuentro, los tiempos del desencuentro quizás se acorten en el mañana,quién sabe lo que está escrito ¿verdad?.
Un beso
Lo que mas me ha gustado es esa sensación de tensión en la espera. Una espera que describes lentamente y genial, nos haces ser testigos junto con ella. Estamos deseando ese encuentro y ¡vaya! Otra tensión muy fuerte en ese pasar de largo.
Isabel ¡qué suerte la mía de contar con lectores tan generosos y cálidos!, gracias por haber «entrado» conmigo a la historia y esperar a mi lado.
Bonito relato. Le has imprimido un toque muy de mirar para adentro. Es una historia cargada de sentimiento. Un abrazo y suerte 🙂
Juan Antonio: agradezco mucho tu valoración sobre la narración y tu deseo de suerte.
Un abrazo.