Tiempo para respirar
Triste existencia tiene la protagonista del microrrelato Condenado pasatiempo de Mª Belén Mateos; ninguna palabra de cariño, ni gesto de ternura. El único consuelo son sus propias caricias. Por eso he pensado en esta canción Quiere de Pedro Guerra, tal vez la alivie un poco.
«¡Ay, que larga es esta vida! Suspiraba su curvado cuerpo de edad tardía. Nunca se había quejado. Ni cuando su madre le obligaba lavar la ropa en un río de agua helada. Ni cuando las zagalas le tiraban guijarros a escondidas y se reían de su pálido y oleaginoso rostro. Ni siquiera cuando la desposaron con aquel mozo que más que luces tenía sombras. Y más que ternura, bruscos movimientos de rutina y desprecio.
Todo en su azarosa vida había sido teñido de dolor, un sentimiento en que el alma está metida hasta su último recuerdo. Todo en ella era solo esperar la salida de esta cárcel estos hierros que aprisionaban sus más tímidos y secretos deseos. Sus noches… su único consuelo. Los llenaba de jadeos silenciados por la almohada y contenidos en la vergüenza de ser escuchada. De caricias regaladas a su cuerpo, entre frías sábanas con aroma a remordimiento.
¡Qué duros estos destierros de saberse condenada por tales lascivos hechos! Aun recuerda aquella letanía que su madre con inquina le rezaba: me causa dolor tan fiero tu persona, que muero porque no muero. Y sin queja alguna y avergonzada, se daba la vuelta aun sonrojada por su pasatiempo.»
Ostri, ¡qué bonito!
Felicidades, chicas.
Un beso a las dos.
Buen texto y acertada banda sonora.
Un saludo doble
Precioso, que relato más bueno! Enorabuena.